Salud

HISTORIAS DE LA VIDA

Miguel Ángel Villalona Calero, el médico dominicano que busca en el extranjero una cura contra el cáncer

Desde que llegó a Estados Unidos, se ha empeñado en contribuir para que la humanidad tenga una mejor respuesta para hacerle frente a este mal

Miguel Ángel Villalona Calero

Marta QuélizSanto Domingo, RD

Miguel Ángel Villalona Calero es un dominicano de pura cepa. Parte de su historia la ha construido entregado a la búsqueda de una cura contra el cáncer. “Estoy trabajando en un sistema novedoso que consiste en proveer a pacientes con cáncer de pulmón células asesinas dirigidas hacia el cáncer”. Lo cuenta optimista de que encontrará solución.

Este médico dominicano que emigró a Estados Unidos en el año 1986, luego de realizar pasantía en el Instituto Oncológico Dr. Heriberto Pieter, tiene un arma a su favor para lograr su objetivo. “Estamos en una era de tecnología, de descubrimientos y aplicación. Esto me da confianza de que con respecto al cáncer, las siguientes generaciones contarán con tratamientos mucho más efectivos y tolerables”. Saber esto lo satisface.

La base que lo lleva a concentrar sus energías en acercarse cada vez más a su meta, está sostenida en sus logros pasados. Estos incluyen trabajo en el área de desarrollo de drogas citotóxicas contra el cáncer diseñando estudios en pacientes con nuevas y más efectivas drogas. Algunas de estas están ya aprobadas para tratamiento por la Food and Drug Administration (FDA).

Por estos trabajos ha recibido subvenciones del Instituto Nacional del Cáncer (R01s, N01s, UM1s, T32s), así como reconocimientos que incluyen el título de ‘Fellow’ de la Sociedad Americana Para el Avance de la Ciencia (AAAS); el premio de la V Foundation/American Association of Cancer Research Translational Cancer Research; y el premio Fray Antón de Montesinos, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) al profesional dominicano más destacado en playas extranjeras. Ha publicado más de 130 artículos en las mejores revistas de las que tratan temas referentes a su especialidad.

Sacrificios que hay detrás de su éxito

“Nada es mucho sacrificio si sigues tu pasión. Claro que extraño mi patria con su gente adorable, y playas hermosas y calientes, además de no estar cerca de mi familia como quisiera”. Villalona Calero se refiere a esta parte con dejo de nostalgia, pero sin perder la fuerza mayor que le mantiene lejos de su tierra: lograr encontrar una cura contra el cáncer.

Razón tiene de sobra para continuar investigando y aportando. “El cáncer no es una sola enfermedad, sino centenas de enfermedades, lo que hace muy difícil tener curas si lo detectas en estadios tardíos. Dos áreas visten gran promesa de ser un talón de Aquiles para muchas de estas enfermedades en conjunto”. El especialista lo dice y de inmediato lo detalla.

La primera es relacionada con defectos en reparación. “El cáncer se sirve de estos defectos para acumular mutaciones y desarrollarse y crecer. Pero estas deficiencias pueden ser aprovechadas inhibiendo otros mecanismos de reparación que juntamente a los iniciales defectos pueden ser letales para el cáncer. Hay varias drogas ya disponibles que pueden lograr este efecto”. Esto parece ser un respiro para Villalona Calero.

La segunda área es inmunovigilancia e inmunoterapia. “Nuestro sistema inmunitario vigila y se deshace de células imperfectas. Pero en el cáncer hay escape. Unas veces se hace invisible al sistema inmune y otras veces el sistema inmune se deprime y no puede responder al asalto de las células cancerosas. La inmunoterapia promete saltar estas barreras, ya sea desactivando los mecanismos de invisibilidad del cáncer o dando más municiones al sistema inmunitario para repeler los ataques”. Ser el director Early Therapeutics, City of Hope National Medical Center lo faculta para referirse al tema y ser dueño de una historia de éxito que lo ha dado a conocer por diversas partes del mundo.

Pruebas superadas

Para el especialista que, en República Dominicana se graduó magna cum laude en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, en la promoción de 1985, no ha sido fácil estar hoy en el sitial que ocupa.

Para poder salir del país a especializarse: “Tomé exámenes para calificar. En aquel entonces el examen se llamaba Foreign Medical Graduates Examination in The Medical Sciences. El examen tenía una parte de ciencias básicas, una de ciencias clínicas y un examen de inglés. A través del examen califiqué para una visa J-1”. Los nervios de aquel entonces hoy los cambia por alegría.

Luego de pasar los exámenes, aplicó y lo entrevistaron en varios hospitales. “Participé en el National Residence Matching Program e hice ‘matcheo’ en el State University of New York Health Sciences Center at Brooklyn - Kings County Hospital, para especialidad de Medicina Interna”. El éxito comenzaba a sonreírle.

Con una misión que busca salvaguardar la vida

Al doctor Villalona Calero ser dueño de una amplia y exitosa hoja de vida no es lo que lo mueve. Tener la disposición de aportar a la medicina para que la humanidad disfrute de una mejor salud es lo que le catapulta como un oncólogo que anda tras las pistas de la cura contra el cáncer.

Quien actualmente es director de Terapia Experimental en el City of Hope National Medical Center, Duarte California, y profesor en el Departamento de Oncología Médica y Co-leader de Developmental Cancer Therapeutics en el centro comprensivo de cáncer es un dominicano que ha puesto en alto el nombre de su país, y que no se cansa de continuar la búsqueda de soluciones para que los pacientes con cáncer encuentren una luz, no al final del túnel, sino antes de asomarse a él para que no tengan siquiera que entrar.

Luego de tres años en Nueva York

Pasado este tiempo, Villalona Calero calificó para una subespecialidad en Oncología Médica, en la Universidad de Minnesota en Minneapolis (1989). “Mi mentora en el programa, la doctora Clara Bloomfield, cambió de posición y se fue a Roswell Park Cancer Institute en Buffalo, Nueva York, y yo seguí completando dos años más de especialidad en Oncología Médica en esta institución”. Eso fue en (1990-1992).

“Luego de graduarme presté servicio por dos años en el hospital Pickens County Hospital en un área rural, en Alabama. Esto me permitió adquirir residencia permanente en Estados Unidos, y me permitió aprender mucho de las necesidades médicas en las áreas rurales y me dio una confianza que jamás perdí”. Hay que creerle porque es a partir de ahí que su historia se ha ido escribiendo con la tinta del éxito.

Luego de finalizar este servicio rural, su atracción por la investigación lo llevó a aplicar y a obtener la posición de ‘fellow’ (acompañante) en desarrollo de drogas contra el cáncer en la Universidad de Texas en San Antonio (1994-1995).

En San Antonio, fue profesor asistente desde 1995 hasta 1999 mientras era reclutado al centro de cáncer de la universidad estatal de Ohio (Ohio State University – James Cancer Center). “Allí estuve 16 años obteniendo posiciones sucesivas de profesor asociado (2002), profesor titular (2007), director de la División de Oncología Médica (2010-2015), y director asociado de investigación traslacional (2015)”. Si largo es su currículo más extenso es el deseo de este especialista por seguir en búsqueda de una respuesta contundente contra el cáncer.

Familia y sostén

Es un hombre tenaz y con humildad admite: “Tanto mi padre como mi madre jugaron un papel muy importante en mi desarrollo. Mi papá con su ejemplo de honestidad, trabajo, y su interés en que naciera en mí el amor a la lectura, y mi madre con sus aspiraciones de siempre alcanzar más allá de lo esperado. Con ella aprendí a tener confianza en mí mismo, a preocuparme por los demás y a tener la habilidad de resolver y anticipar obstáculos”.

Pero no sólo ellos han sido el bastón que lo sostiene. “Mi esposa con su dedicación a la familia, y siendo una mujer incansable en el trabajo ha sido una persona clave para para que yo no desmaye en mi objetivo de seguir aportando a la medicina. Siempre ha estado en la disposición de aceptar mis demandas de trabajo y tolerar ocho mudanzas a través del país”. Con ella lleva 33 años de casado. Tienen una hija de 18 años que ahora se va a estudiar Negocios y Leyes, a la Universidad de Chicago.

Sus hermanos también han sido fuente inagotable de amor, apoyo y admiración. Esta parte la habla con satisfacción y aires de agradecimiento, mismo que le tiene a quienes llama excelentes mentores como lo es Catalina González. Ella le enseñó a tener compasión por los pacientes; Teófilo Gautier fue el responsable de llevarlo por el camino de la investigación. Ambos en República Dominicana. En Estados Unidos, los doctores Clara Bloomfield y Daniel Von Hoff confiaron en su potencial y le dieron las herramientas para triunfar en la academia.