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El grupo que se dedica a buscar objetos históricos con sus detectores de metales

Es una especie de terapia. Cuando están estresados salen con sus detectores de metales, y se mantienen buscando objetos por horas.

Francis Díaz, Omar Pacheco e Isidro Vásquez (De izquierda a derecha)/ Jorge Luis Martínez Listín Diario

Francis Díaz, Omar Pacheco e Isidro Vásquez (De izquierda a derecha)/ Jorge Luis Martínez Listín Diario

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Carolina PichardoSanto Domingo, RD

Cuando visitamos las playas, parques o centros históricos, es poco común pensar en cómo otras personas, en épocas diferentes de la historia, llegaron a estar e interactuar en los mismos espacios que recorremos.

Y no solo eso. Puede resultar aún más difícil imaginar que bajo la arena, césped o concreto donde caminamos a diario pueden haber objetos que nunca han sido descubiertos después de haberse perdido.

Esta es la labor que hace un grupo de dominicanos que, en su tiempo libre, se dedica a salir con sus aparatos en busca de la historia enterrada.

Para cualquiera estos hallazgos pueden no ser tan llamativos, pero para estos “cazatesoros” son la motivación que les hace salir con sus detectores de metales a por estas aventuras.

Francis Díaz, Omar Pacheco e Isidro Vásquez son solo tres de los más de treinta criollos que se dedican a esta actividad.

Francis Díaz, Omar Pacheco e Isidro Vásquez (Izquierda a derecha) / Jorge Luis Martínez Listín Diario

Esta nueva misión fue en la playa Montesinos, ubicada en la capital dominicana, en donde justamente Isidro, quien es técnico, se estrenó años atrás con el detector de metales que él mismo creó.

Pero fue todo un proceso. Primero compró placas desde China, sin embargo no les funcionaron. Y, después de varios intentos, un sonido le hizo sentirse como un niño con juguete nuevo.

“Cuando esa me dio el sonido que estaba esperando, en el edificio parecía un loco, yo estaba saltando de alegría. Un niño con su juguete, entonces ahí armé la bobina y salí a detectar”, dice, con emoción, mientras busca nuevos objetos en la playa.

Con el tiempo, Isidro decidió abrir un canal de YouTube (Buscando el tesoro RD) para compartir con otros detectoristas nacionales e internacionales cuáles objetos ha encontrado durante sus exploraciones.

A diferencia de Isidro, a Omar le nació la curiosidad luego de que un vecino, quien tenía mucha experiencia como detectorista, le hablara sobre ese pasatiempo y le convenció en 2015 de comprar su primer detector de metales.

Poco después él también abrió un canal de YouTube (La ruta del tesoro), donde muestra los objetos que encuentra mientras sale con el sofisticado artefacto.

En estos últimos años ha encontrado monedas antiguas, como una que pertenece a 1550.

Pero el objeto que lo enorgullece es mucho más contemporáneo: un hacha antigua que, según Omar e historiadores que él consultó, pertenece a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Él desconoce cómo habría llegado a una playa en Haina, San Cristóbal, desde Alemania y eso es justamente lo que le gusta de su pasatiempo, que “cada objeto tiene su historia y es algo que uno valora mucho de la detección”.

Para Francis Díaz, aquella afición por descubrir la historia detrás de los objetos comenzó desde niño en su ciudad natal Jarabacoa. Recuerda que escuchaba que su abuela y su padre iban al río y encontraban oro.

“Yo me conseguí una batea y me fui a lavar a los arroyos de Jarabacoa, a lavar oro o tierra por vivir la experiencia no pensando en lo que la mayoría piensa cuando se piensa en oro, que es en fortuna”, explica el hombre quien también es pintor.

No fue hasta hace apenas diez años cuando Francis comenzó a usar detectores.

Francis Díaz buscando objetos en la playa Montesinos, del Distrito Nacional/ Jorge Luis Martínez Listín Diario

“Con el detector comencé a encontrar monedas de cuando era niño y eso me transportaba a esa época, y ahí me enamoré de ese pasatiempo… Me conecto con el pasado y se aprende historia”, señala Díaz.

Francis Díaz tiene un canal de YouTube con su mismo nombre donde muestra sus aventuras con su detector. Y también otro llamado “Vida en el campo”, en donde recorre varios campos de la República Dominicana en busca de historias de los campesinos y de tradiciones que aún permanecen vigentes en zonas rurales del país.

Francis explica que la detección no es siempre centrarse en encontrar “un gran tesoro”, sino en pasar un buen rato rodeado de la naturaleza y ayudar a limpiar el área.

Los tres tienen ese último dato en cuenta. Cada vez que encuentran algún objeto que puede resultar peligroso para otros, lo remueven del área, lo desechan y luego sellan el agujero desde donde lo sacaron.

“Cuando nosotros vamos a los lugares descontaminamos el área, porque toda la basura metálica que encontramos nos la llevamos para la casa”, dice Isidro.

Guía de herramientas para la detección

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En la inspección de más de una hora, el trío de detectoristas iba cargado de al menos tres objetos: detectores de metales, “pin pointers” y coladores, este último para depurar la arena y ver con más claridad lo encontrado.

Mientras que el “pin pointer”, ayuda a ubicar la pieza luego de que es detectada por el artefacto, según explica Omar, quien también es el vicepresidente del grupo de detectoristas dominicanos.

De acuerdo con las consultas, es poco común conseguir detectores en el país por lo que la mayoría lo compran en internet. Su precio sobrepasa los 100 dólares, dependiendo de cuál tipo se desee adquirir.

Hay de gama baja, media y alta. Aunque Francis explica que los más comunes son los “BLF que tienen la capacidad de discriminar en medio de un momento objetos metálicos no deseados, y puede seguir buscando objetos más conductivos pero es común que sean afectados por la mineralización”.

Lo que encontraron en la playa

Al final de la detección, el trío encontró dos monedas de 10 pesos, dos de un peso dominicano, una pieza de vehículo y un juego infantil.

Reiteran que para los detectoristas, cualquier objeto es un tesoro y que no lo hacen para lucrarse.

Para ellos es una especie de terapia con la que se conectan con la naturaleza y se enfocan en buscar historia que puedan llevar a los museos dominicanos.