FOLCLOREANDO
Vivir la realidad con alegría
Normalmente las personas que emigran, principalmente a Estados Unidos o a Europa, siempre lo hacen por el bien de sus familiares, trabajando no de sol a sol sino de calor y nieve. Ellas lo sabían antes de despedirse de los que dejarían atrás, sus hijos, por ejemplo.
Mientras estuve en Nueva York por unos meses caminaba de arriba abajo a pie, en guagua, y poquísimas veces en Uber. Socialicé y conecté con muchos inmigrantes de mi país en las paradas de guagua, dentro, en los supermercados, y observé lo que se refleja en su diario vivir: Están allá, pero con el corazón, el pensamiento y el monedero aquí.
Los dominicanos que no han viajado no saben o se hacen los “caprinos desquiciados” que allá hay que “guayar la yuca” y bien “guayá” para mantener a la familia que dejaron, enviarles a los muchachos el dinero de los libros, uniformes, vitaminas y unos pesitos para ahorrar con el objetivo de comprar un apartamento, un ranchito o arreglar “una mejora” para cuando el familiar se retire tenga asegurado su bienestar y ya hay una oportunidad para estar con los hijos que ya son unos muchachones.
A dos o tres dominicanas, porque son las que cargan más pesados y son más receptivas, les dije que, aunque sé que el trabajo es duro, porque por eso lo pagan lo mejor es que vivan su realidad con alegría, enfocadas, porque les hace daño a su organismo, que se alimenten bien y así van a tener más fuerza para seguir luchando, pero con calidad de vida.
¿Se imaginan que todo el día solo estén pensando en la familia que está lejos? ¿Y quién rinde así?
Me dirán que es fácil yo decirlo, pero lo he visto tanto cada vez que viajo que tengo que desahogarme por aquí. Son pocas las personas que sacan tiempo para darse un momento de esparcimiento, que están del trabajo a la casa para economizar y enviarle su dinerito.
Dense su espacio y verán que física y emocionalmente estarán mucho mejor.
¡Sus hijos los quieren vivos, pero con alegría!