TURISMO

Ocoa, un tesoro entre el agua y las montañas

REGIONES: La provincia exhibe hermosos atractivos naturales a lo largo de su historia, muchos de los cuales se preservan y se modernizan con hermosas esctructuras a su alrededor.

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Ulises Alcántara MartínezSan José de Ocoa, RD

El nombre de Ocoa es vinculado a los taínos, por investigadores y curiosos. Teorizan que su origen está ligado al agua o a las montañas: “agua entre montañas”, afirman unos; “tierra entre montañas”, divulgan otros. También lo relacionan con el instrumento agrícola llamado “coa”, de manoseo primigenio. Aunque estas afirmaciones siguen siendo material de escasos debates e investigaciones para los más acuciosos, ciertamente la palabra Ocoa es percibida en nuestro país como sinónimo de abundancia de agua y montañas. Los días feriados sirven para ratificar el espíritu democrático de los tesoros naturales que recorren nuestro país, siendo Ocoa parte importante en los periplos que se realizan. Miles de dominicanos se reencuentran con los ríos, para tomar reconfortantes baños, preparar parrilladas, descansar, comer y beber según su predilección; todo esto sin tener que pagar para conseguir acceso y poder ser partícipes de la ocasión. En el caso de San José de Ocoa, nuestras aguas juegan un papel determinante en el disfrute de esos preciados momentos, con la gracia de que en nuestros ríos se encuentran tanto pobres como ricos, y en las mismas aguas, rodeadas por imponentes montañas llenas de vida e historias, comparten momentos de ensueño en compañía de los suyos. Momentos que no tienen precio.

Prevalecen nuestros ríos como los espacios predilectos por quienes carecen de oportunidades de pagar lujos y deben inclinarse hacia las bondades que les brinda la naturaleza, incluidos los de bolsillos poco dinámicos. También ha sido notorio el constante y habitual regreso de excursionistas, con medianas y altas posibilidades de pagar lujos, quienes prefieren el entorno de las fructíferas montañas y gélidas aguas provinciales, para realizar encuentros sociales. Lujosos vehículos, de todos los calibres, se parquean junto a las máquinas de transporte de humildes motoconchistas y otros de menor poder adquisitivo, dando apertura al acercamiento social entre unos y otros. Es que el río y la loma no conocen de estatus social ni marcas de vehículos.

A los pies de nuestros montes, los ríos transitan raudos llevando vida, tanto a los cultivos y a nuestra fauna como a la gente misma. Mención colateral merece el hecho de que no han existido controles efectivos en el uso agrícola de nuestras aguas, las cuales son abusadas, en algunos casos, por ricos terratenientes que priorizan su bienestar y sus cuentas bancarias, por encima de la vida y el derecho al agua, aboliendo en la práctica el mandato constitucional que manifiesta en su artículo 15: “El agua constituye patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida. El consumo humano del agua tiene prioridad sobre cualquier otro uso”.

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