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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¿Y la clasificación ‘C’ y el piiiii?

Marta Quéliz

Marta Quéliz

Aunque en nuestro país hemos perdido la capacidad de asombro, es inevitable no sorprenderse con el contenido de algunos programas difundidos a través de canales de YouTube y hasta de la misma televisión, y por supuesto de la radio. No hay hora, no hay control, no hay sanción, no hay ningún tipo de consecuencias para quienes transmiten sin filtro, obscenidades escandalosas. Hace un tiempo atrás se guardaba la compostura y, aunque con “notas” subidas de tono, algunos trataban de disfrazar el morbo, llamando por su nombre científico las partes íntimas del cuerpo. Pero ahora no. Es como se dice en el argot popular: es “por lo pela’o’ que abordan los temas. La clasificación ‘C’ y el ‘piiiii’ ya ni existen.

Las sanciones ¿para cuándo? Si triste es esta situación en el país, más preocupante es la ausencia de un regimen de consecuencia que abogue por el adecentamiento de este tipo de programas. No siempre los padres y las madres están pendientes de lo que ven y escuchan sus hijos menores de edad a través de estos medios. Algunos pasan largas horas trabajando, y otros, sin ánimo de criticar, no ven peligro alguno en que sus niños y niñas se “entretengan” en la internet, viendo la televisión o escuchando algunos programas de radio.

Viajando hacia la decencia Para contribuir un poco a que esta realidad no siga aportando a la inversión de valores que domina la sociedad dominicana, llevé a quienes transmiten estos contenidos a una ciudad fabulosa donde la decencia es la dueña y señora del lugar. Allí no se altera el sano desarrollo de los y las menores de edad, y mucho menos se les incita a tomar rumbos equivocados a raíz de la mala influencia. La tecnología es usada para sumar, no para restar. Ningún padre ni ninguna madre teme por el contenido que puedan consumir sus hijos. Están tranquilos sabiendo que, aunque tienen acceso a muchas cosas, ninguna atenta contra su moral. Las clasificaciones de los espacios son de rigor y, aun así hay un máximo cuidado con lo que se difunde.

Promoción de antivalores Tristemente tuvimos que regresar a la realidad, aunque con la fe puesta en que algo aprendieron, tanto los que se dedican a difundir contenidos “basura” como quienes imponen las leyes, porque de verdad, ya basta, hay que ponerle un freno a esto. No es justo que en YouTube, por ejemplo, te encuentres con un programa que promociona la prostitución abiertamente a través de entrevistas en las que se les pregunta a las personas sobre temas íntimos sin ningún tipo de tapujos, sin que haya restricción ni consecuencias. De verdad que da pena que ya no exista la clasificación ‘C’ y el ‘piiiii’.

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