La estrella Betelgeuse perdió su brillo por enfriamiento y el polvo estelar

El gran oscurecimiento fue seguido por muchos telescopios y también aportó sus datos el satélite meteorológico

Foto de archivo LD

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La estrella Betelgeuse intrigó a los astrónomos cuando comenzó a perder su brillo a finales de 2019, que fue causado no solo por una condensación de polvo, como ya se dijo, sino que contribuyó en igual medida un enfriamiento de ese cuerpo galáctico.

Un estudio que publica hoy Nature Astronomy firmado por un equipo japonés relata también cómo se sirvió para el trabajo de las observaciones procedentes no de un telescopio, sino de un satélite meteorológico que captó el fenómeno por casualidad.

Betelgeuse, una estrella supergigante roja de la constelación de Orión a 700 años luz, experimentó entre finales de 2019 y comienzos de 2020 lo que se dio en llamar el “gran oscurecimiento”.

Durante aquel fenómeno, la estrella llegó a perder hasta un 40 % de luminosidad y algunos empezaron a especular con la posibilidad de que estuviera cerca de estallar como una supernova, un proceso que se produce en todas las supergigantes rojas.

Los autores sugieren que el oscurecimiento de Betelgeuse fue causado por una combinación, a parte iguales, del enfriamiento de la estrella en aproximadamente 140 grados celsius y por la condensación en las cercanías de polvo del gas caliente que la rodea.

El gran oscurecimiento fue seguido por muchos telescopios y también aportó sus datos el satélite meteorológico japonés Himawari-8, que captó el fenómeno por casualidad.

Himawari-8 se dedica a rastrear los patrones meteorológicos de la Tierra usando la luz óptica infrarroja, pero los expertos se percataron de que Betelgeuse podría haber sido captada ocasionalmente en el fondo de las imágenes de la Tierra logradas por el satélite.

Así, el equipo encabezado por Daisuke Taniguchi, de la Universidad de Tokio, reunió cuatro años y medio de observaciones del satélite, incluidos los seis meses en los que Betelgeuse se oscureció.

Las longitudes de onda ópticas e infrarrojas que normalmente detecta el satélite eran ideales para estudiar el oscurecimiento.

Además, la ubicación del satélite fuera de la atmósfera le permitía registrar la luz infrarroja que la atmósfera normalmente puede bloquear.

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