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Joyas del Patrimonio de la Humanidad

Estatua en el Templo de Karnak en Luxor, Egipto. ISTOCK

Aquí va una adivinanza: ¿qué tienen en común el Arrecife Gran Barrera con sus aguas turquesas y Petra, la Ciudad Rosa esculpida en las rocas de Jordania? De primera intención parecería que nada pero ambos son sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, una organización que es parte de las Naciones Unidas y que en 1972 creó un programa y listado de sitios de importancia para la humanidad por sus valores culturales y cualidades naturales con el fin de protegerlos y preservarlos para generaciones futuras.

Hay quien colecciona sellos, postales y monedas; yo cuando viajo prefiero “coleccionar” sitios en esta lista de Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO. Estos lugares, que pueden ser monumentos, edificios, secciones de ciudades, montañas, bosques, islas y hasta desiertos, siempre resultan inolvidables, y con frecuencia son lo más destacado de un viaje.

A través de décadas de mis jornadas alrededor del mundo he tenido oportunidad de visitar muchos de los sitios de la lista de Patrimonios de la Humanidad –un listado con más de 1,100 lugares culturales y naturales esparcidos por más de 160 puntos del planeta. Cada vez que visito uno, lo contemplo, estudiando los más detalles posibles, y lo coloco junto a los otros en uno de los “álbumes” especiales de mi memoria donde siempre están listos para recordarlos cada vez que quiero.

Entre los sitios culturales que ya he visitado se encuentran la preciosa y exótica Petra de Jordania, que parece como algo salido de “Las mil y una noches”, el mausoleo Taj Mahal en Agra, India, con un mármol blanco tan luminoso que bajo ciertas luces parece flotar sobre la tierra, y las Pirámides de Giza, Egipto, tan imponentes y antiguas que hacen al viajero recordar el antiguo proverbio árabe, “El hombre teme el tiempo; el tiempo teme a las Pirámides”.

Me he recreado con un picnic al fresco con la vista del Castillo de Chichén-Itzá en México. En Italia, he “coleccionado” el Vaticano en Roma, Venecia y su laguna, el centro histórico de Florencia, la Torre Inclinada de Pisa, la necrópolis de Tarquinia, la Costa de Amalfi con sus preciosas vistas y vendedores de verduras y frutas, entre otros lugares.

En Francia, he visitado la conmovedora Notre Dame en París antes del fuego que la azotó en 2019, y el místico Mont St. Michel; y en Grecia, la Acrópolis de Atenas con su icónico Partenón. Me he recreado en el histórico distrito del Viejo Quebec en Canadá y he caminado las calles de la Ciudad Vieja en Jerusalén y las de la pintoresca Sintra en Portugal y he dado rienda suelta a la imaginación en la Alhambra en Granada, España. En China, he contemplado los palacios imperiales de la dinastía Ming en Beijing y la imponente Gran Muralla (que se extiende por 13,171 millas – ¡aunque yo no las he caminado todas!). Y me he emocionado con la vista de la Estatua de la Libertad en el Puerto de Nueva York.

Entre los lugares naturales en la lista que también ya he visitado se encuentran las prístinas Galápagos de Ecuador con su exótica fauna, el bello Arrecife Gran Barrera de Australia con su fabulosa vida marina, y he avistado aves y otra fauna en el parque estatal Everglades de Florida y me he maravillado con los majestuosos árboles de los bosques de secoyas de los parques estatales y nacionales de California.

Estos sitios tienen un lugar prominente en mi “colección” de Patrimonios de la Humanidad, pero tengo otros dos que son joyas especiales, pues son como “Santos Griales” en lo que respecta a los viajes – exóticos e inolvidables: la misteriosa Isla de Pascua o Rapa Nui de Chile y la necrópolis de la antigua Tebas en Egipto.

Moai de la Isla de Pascua/Rapa Nui/Easter Island

La mística Isla de Pascua es un pedacito de tierra de sólo 63 millas cuadradas en medio del Océano Pacífico, uno de los sitios más aislados del planeta donde el viajero se topa con colosales esculturas o moai creadas entre los años 800 y 1600, con el propósito, se cree, de rendir honor a antepasados.

La mayor parte de la islita, con tres volcanes, lagos y aldeas es parque nacional y cuenta con casi 1,000 moai. Estas son enigmáticas, monolíticas, monumentales estatuas talladas de tufa (roca volcánica). Son esculturas de seres humanos cuyas características incluyen prominentes cejas, narices largas y labios que parecen estar haciendo un puchero.

El misticismo asociado con las estatuas es interesante. Un guía local nos dijo que las estatuas actuaban como “antenas”. Colocadas sobre las sepulturas de antepasados distinguidos quienes se creía poseían “mana”, una cualidad sobrenatural que protege a la gente, las estatuas “transmitían” el “mana” de los antepasados a la gente viva.

En el centro ceremonial de Tahai en el pueblo de Hanga Roa, varias estatuas están desplegadas en plataformas parecidas a altares llamados ahus. En Rano Raraku, el volcán que se convirtió en la cantera principal para los moai, hay unos 400 moais desperdigados por el área. Entre las estatuas se encuentra una que pesa 200 toneladas.

Otra visita obligada es el Ahu Tongariki, el centro ceremonial mayor de la isla con 15 estatuas y el Pacífico detrás.

La necrópolis de la antigua Tebas (hoy Luxor) en Egipto

Los tesoros aquí incluyen el Templo de Karnak, de alrededor de 2134 a 2040 antes de Cristo, con su fabulosa Avenida de las Esfinges con Cabeza de Carnero, que cuando uno se pasea por ella se siente transportado a la era de los grandes faraones de hace 4,000 años. El Templo en sí cuenta con el Salón Hipóstilo con sus 134 majestuosas columnas inspiradas en la flor del papiro y decoradas con jeroglíficos.

Otro imperdible es el Templo de Luxor del Siglo XVI antes de Cristo con su propia Avenida de las Esfinges con Cabezas Humanas, y un obelisco que es gemelo del que adorna la Plaza de la Concordia en París.

Para más información y lista completa de Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO, y así no perderlos en tus viajes, visita UNESCO World Heritage Centre - World Heritage List.