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Los traumas de migrar a otro país

Redacción L2Santo Domingo, RD

Para el año 2020, cerca de 281 millones de personas vivían en un país distinto de aquel en que nacieron, estima la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La cifra, según el organismo, que hasta el viernes 20 de mayo realiza en Nueva York el primer Foro de Examen de la Migración Internacional, equivale al 3.6 % de la población mundial.

La mayoría de los migrantes internacionales deja atrás su tierra por motivos económicos, familiares o de estudio.

Los desplazados por conflictos, guerras o desastres naturales constituyen un porcentaje menor, y son los que necesitan más apoyo por afrontar un trauma mayor.

Pero ¿el que una persona migre de forma voluntaria implica que no enfrentará un choque emocional?

En opinión de la psicoterapeuta Kirsy “Kay” de Simone, establecerse en una cultura distinta a la propia puede causar un trauma, especialmente cuando la persona carece de herramientas sociales y emocionales para manejar su nuevo entorno.

“Eso te crea estrés, ansiedad y afecta tu autoestima”, dice esta especialista en el tratamiento de trauma migratorio y trauma complejo.

El trauma se define como un acontecimiento que causa malestar físico, emocional o social porque produce un daño o constituye una amenaza y puede ser una experiencia única y limitada, duradera o repetida a lo largo del tiempo (Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina de España).

Si antes de establecerse en un nuevo país, el individuo ya viene con un historial de problemas emocionales no resueltos, la situación se torna más compleja.

EXPERIENCIA EN ESTADOS UNIDOS

De Simone (nacida López Báez), dominicana que emigró a Estados Unidos en 1997, provee servicios de terapia independiente a adultos que, en su mayoría, son miembros de primera generación en ese país y tienen raíces en otros puntos del planeta.

En su experiencia con estos grupos ha manejado situaciones relacionadas al trauma migratorio y al equilibrio de vida y ha visto la importancia de proveer servicios preventivos y herramientas para manejar el estrés y sanar las situaciones traumáticas.

La experta cuestiona hasta qué punto es voluntaria la migración cuando la motivan factores económicos, como pasa con muchos quisqueyanos que dejan atrás su media isla para afincarse en Estados Unidos, donde, según el censo del 2020, hay más de un millón de inmigrantes nacidos en República Dominicana.

“Aunque decidas irte, generalmente lo haces porque quieres tener una vida mejor que la que tienes aquí”, comenta De Simone, así que, en cierto sentido, argumenta, las circunstancias obligan a emigrar.

Admite que se trata de “una gran oportunidad”, pero afirma que los dominicanos están “poco preparados” para insertarse en una cultura como la estadounidense y que los logros que alcanzan en tierras extranjeras no llegan “sin gran cantidad de sacrificios y pérdidas emocionales”.

Cita familias separadas, depresión crónica (por el cambio de clima y, en el caso de muchos profesionales, de estatus social), contrariedades por irregularidades migratorias, entre otras problemáticas.

De Simone señala que estudios han encontrado un aumento del riesgo de abuso de alcohol y violencia doméstica entre grupos de inmigrantes en Estados Unidos.

Quienes se encuentran en condición de indocumentados enfrentan, además, el dolor de no poder regresar a su país para visitar a sus familiares en ocasiones significativas, una limitación que las nuevas tecnologías de la comunicación pueden ayudar a mitigar aunque no del todo.

A todo lo anterior se suma el sentimiento antiinmigrante que puede hacer que algunos extranjeros se sientan rechazados o desarrollen algún nivel de resentimiento hacia el país receptor.

Todos estos problemas, “si no son discutidos y tratados, nos roban estabilidad familiar, ingresos apropiados y disfrute de vida”, expresa De Simone, que desarrolla una plataforma de orientación y apoyo para migrantes.

NECESIDAD DE ORIENTACIÓN

La profesional considera que debe haber una concientización por parte de la sociedad y el Estado para proveer soporte y guía a las personas que deseen hacer una vida nueva en otro país, ya que “mientras mejor apoyados estemos, nuestros sacrificios serán mejor encauzados y proveerán mejores retornos para nuestras familias inmigrantes y el país en general”.

Por el contrario, la falta de conocimiento acerca de la sociedad de acogida (en el caso particular que maneja De Simone, la americana), el sistema educativo, los soportes para el progreso pone al migrante “en una posición de desventaja” mientras busca el denominado sueño americano.

De Simone aclara que no todas las personas experimentan un choque emocional al migrar a un nuevo país. Como frente a cualquier otro tipo de situación adversa o estresante, la mayoría se recupera de forma espontánea.

Ver también: Mejoran ingresos y educación de dominicanos en Estados Unidos