ARTE
Frederich Abreu Urbáez, el pintor que se sorprende ante lo que puede crear
Si quiere conocer a alguien que no desperdició el tiempo durante la pandemia de coronavirus, Frederich Abreu Urbáez es esa persona. En los últimos tres años, Frederich ha pintado casi cien obras, experimentando con distintas técnicas en dibujos, pinturas y grabados. Parte de estas creaciones integran su primera exposición individual Viva la Vida, que se inauguró el pasado viernes 29 de abril, en el centro Cultural Perelló. No es una muestra más, siga leyendo.
Este joven artista, de 25 años, tiene autismo y sus logros envían un mensaje a la sociedad dominicana que aún planifica el futuro sin tomar en cuenta a quienes poseen capacidades especiales, como él.
Frederich, educado, dulce e inteligente, nació artista. Durante mucho tiempo no supo que tenía autismo, él miraba al mundo desde su bondad y creatividad sin reparar en cómo el mundo lo veía a él.
“Me interesé por pintar cuando mis padres me dieron un juego de cartas con dibujos. Aquellas cartas tenían figuras, formas, colores. Al crear, transmito mis sentimientos, lo que me inquieta o me gusta. Si algo me fascina, lo creo”, dice.
Desde los siete años tomó clases de pintura con Janet Quevedo, en esa época, recibió un reconocimiento en el concurso Pinta un País Mejor, auspiciado por Pinturas Tropical y Eduarte. El jurado del premio valoró la acertada conceptualización, así como el buen desempeño en la técnica utilizada. Además, el novel artista obtuvo el tercer lugar, en el género gráfico de 5 a 9 años, en “Yo y las Naciones Unidas, Objetivos de Desarrollo del Milenio”.
RECESO FORZADO
Pese a estos logros, durante un prolongado período, Frederich se retiró de la pintura, entre otras razones, porque su profesora emigró, pero, principalmente, por la carencia en el país, en ese momento, de enseñanza artística especializada para personas con autismo.
En principio, copiaba cuadros hechos por otros. Con su tutor actual, el artista Fernely Lebrón, por primera vez, crea sus propias obras. Se inspiró en temas como la fauna, aves endémicas, las amenazas contra la naturaleza, escenas marinas, etcétera. Para aprovechar el tiempo, trabajó mucho durante la pandemia.
Ante la pregunta, ¿qué siente cuando terminas una obra? Responde: “Me sorprende el resultado final”. Explica que el tiempo que le toma cada pintura depende de la técnica que esté utilizando en ella.
Por ejemplo, realizó una serie de tres lienzos sobre las amenazas a la naturaleza, el primero se llama “Dolor y esperanza”. Muestra, en el centro, a un hombre que se tapa el rostro con la mano, rodeado, de un lado, por los efectos de la devastación ecológica y, del otro, por la belleza de la creación.
Frederich dice que lo que busca expresar con esa obra es el asombro y el dolor del hombre ante la belleza del mundo. Cómo el mundo se puede salvar y cómo el mundo se puede terminar.
GRATITUD Y LÁGRIMAS
Sobre su madre, Nancy Urbáez, quien ha estado a su lado en todos sus desafíos, señala que ha sido un gran apoyo. “Ha estado muy comprometida y estoy muy agradecido”, expresa en un tono formal, mientras a Nancy, sentada a su lado, se le humedecen los ojos.
Frederich quiere que su exposición sirva de inspiración en dos vertientes. A los jóvenes pintores, para que se atrevan a crear y exponer sus obras. Y, para aquellas personas con autismo, para que los estimule a lograr sus sueños. “No importa los obstáculos, las dificultades, si yo puedo lograr eso, tú también puedes, aún más”, asegura.
Urbaez es psicóloga, con un doctorado en Desarrollo Humano. Trabaja como profesora en la UASD. Su esposo, el padre de Frederich, es Fritz Abreu, que se dedica a la venta de medicinas.
Nancy dice que han enfrentado dificultades porque, a veces, las puertas no se abren para todos. “Frederich intentó realizar estudios superiores, a nivel técnico, pero enfrentó dificultades y ya no ha querido regresar. De todos modos, lo hemos mantenido ocupado con clases”. Viva la Vida es una muestra de ello.