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Arcoíris: luz, agua y magia

Se trata de un fotometeoro que se produce por la refracción y reflexión de los rayos solares en las gotas de agua suspendidas en la atmósfera, que actúan como prismas.

Aunque lo vemos como un arco, es una circunferencia, solo que el horizonte nos impide apreciarlo. A veces, si el observador se encuentra a cierta altura (por ejemplo, en un avión) puede ver su forma circular.

La explicación de cómo se producen los arcoíris se la debemos a Newton, quien allá por 1665 descubrió que la luz del sol al pasar a través de un prisma se dividía en varios colores conformando un espectro.

Ese arcoíris que aparece de repente y nos alegra el día es en realidad un fotometeoro que se produce por la refracción y reflexión de los rayos solares en las gotas de agua suspendidas en la atmósfera, que actúan como prismas.

Se muestra en el horizonte como un grupo de arcos concéntricos con colores que van desde el violeta, en la parte interior, hasta el rojo, en la exterior; y las mejores condiciones para verlo son cuando ha llovido mucho y el ambiente está muy cargado de gotas o con una leve llovizna que no tape el sol.

Aunque lo vemos como un arco, es una circunferencia, solo que el horizonte nos impide apreciarlo. A veces, si el observador se encuentra a cierta altura (por ejemplo, en un avión) puede ver su forma circular.

Otra de sus características es que muestra siempre el mismo orden de colores. Tradicionalmente se habla de siete (rojo, naranja, amarillo, verde, añil, azul y violeta), pero lo cierto es que en el espectro de la luz visible hay una extensa gama de cada uno de ellos, aunque el ojo humano no está capacitado para verlos todos.

Cada persona observa el arcoíris desde un ángulo diferente, de modo que nunca dos personas ven exactamente el mismo. Además, al ser un fenómeno óptico siempre mantiene una distancia con quien lo ve. El arco se mueve contigo y, por tanto, es imposible ver dónde termina.

42 Grados.

Para poder observar el arcoíris, según explica la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el Sol tiene que iluminar la pantalla de gotitas de agua desde el extremo contrario del horizonte, y la persona que observa tiene que estar entre ambos, con el Sol a su espalda. Es también imprescindible que el Sol no se encuentre muy alto sobre el horizonte: si está a una elevación superior a 42º, por lo general no se podrá observar el fenómeno.

En ocasiones se ve un arcoíris secundario, situado en la parte exterior del primario, y que se produce cuando tienen lugar dos reflexiones en las gotas de agua en lugar de una. Es menos brillante y más ancho que el primario y presenta los colores invertidos, de manera que el interior es rojo y el exterior, violeta.

Otros tipos de arcoíris mucho menos frecuentes son el rojo o monocromo, que a veces se ve durante el amanecer o el atardecer y con el sol muy bajo, y el circunhorizontal o “arcoíris de fuego”, que no aparece en forma de arco, sino proyectado en nubes (concretamente, cirros).

El prisma de Newton.

La explicación de cómo se producen los arcoíris se la debemos a Newton, quien allá por 1665 descubrió que la luz del sol al pasar a través de un prisma se dividía en varios colores conformando un espectro.

Newton realizó su célebre experimento en una habitación oscura con un orificio por el que entraba un pequeño haz de luz. Interpuso un prisma triangular de cristal y observó cómo, tras atravesarlo, la luz ya descompuesta salía hacia otro lado de la sala y se proyectaba en una pantalla, apareciendo los colores del arcoíris. Con un segundo prisma consiguió hacer el experimento inverso, logrando un haz de luz blanca a partir de ese abanico multicolor.

Los resultados los publicó en 1704 en su obra “Opticks”, en la que hablaba de los siete colores de la luz, un número que, según dicen, tal vez eligió influenciado por su interés por la alquimia y el carácter mágico que desde antiguo se adjudicó al siete.

Puente entre dos mundos y caldero de oro.

El arcoíris es un fenómeno que invita a soñar y sobre el que distintas culturas han construido explicaciones y fábulas. Considerado señal, símbolo o regalo de la naturaleza, se le han atribuido poderes mágicos y ha inspirado todo tipo de relatos.

En la mitología griega, por ejemplo, Iris, la diosa del arcoíris, era la encargada de hacer llegar los mensajes de los dioses a los seres humanos. En la nórdica, Bifrost (el arcoíris) es un puente entre el mundo de los hombres (Midgard) y el de los dioses (Asgard).

Para los celtas era un símbolo mágico relacionado con tesoros y riquezas. La leyenda más conocida proviene de Irlanda y habla de unos duendes (los Leprechaun) que esconden calderos llenos de oro al final del arcoíris. Son traviesos y escurridizos y solo se les puede ver cuando éste aparece.

Algunos pueblos indios de América lo consideran un espíritu benefactor e interpretan su aparición como un buen augurio. Y aparece también en la Biblia, en el Antiguo Testamento, como señal de la promesa hecha por Dios a Noé de que jamás volvería a destruir la tierra con un diluvio.

Banderas y mensajes

Los colores del arcoíris se han asociado frecuentemente con mensajes pacifistas, reivindicativos o de esperanza y han inspirado banderas, como la LGTBI, que desde 1978 simboliza la lucha por los derechos de homosexuales, lesbianas, transexuales y bisexuales. Obra del diseñador Gilbert Baker, en un principio tenía ocho colores, que luego se redujeron a seis.

Y no es la única. De hecho, ya en 1961 comenzó a utilizarse en Italia una bandera arcoíris de la paz creada por el filósofo Aldo Capitini y que en 2002 adquirió popularidad con la campaña “Paz desde los balcones”, en protesta contra la guerra de Irak. En su versión más extendida llevaba la palabra PACE (“paz” en italiano). Inicialmente tenía el color rojo arriba, pero luego se cambió y se colocó abajo para distinguirse de la bandera del orgullo gay.

Los colores del arcoíris forman parte también de la Wiphala, la enseña multicolor de los pueblos indígenas andinos, y estuvieron presentes durante décadas en la bandera de un organismo como la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) y como símbolo del cooperativismo.

Además, el arcoíris forma parte de la iconografía y es empleado para transmitir diversos mensajes, generalmente positivos. Aparece en cuentos, canciones (como la mítica “Over the Rainbow”), películas y todo tipo de objetos, incluido el Rainbow Warrior, el emblemático barco de Greenpeace; es también un dibujo típico para los niños y está presente en las escuelas.

En 2020 se popularizó como símbolo de esperanza frente a la pandemia de covid. Entonces, miles de niños y de familias dibujaron y colgaron arcoíris en sus ventanas.

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