MENUDO
Cabildo del DN ‘olvida’ cambiar bombillo en calle
En la transitada avenida Pedro Henríquez Ureña, a media cuadra de la Lincoln, en la capital, hay un poste de luz cuyo bombillo lleva más de un año apagado. A un vecino le informaron que la entidad responsable de su mantenimiento es el Cabildo. Fue a la oficina y le dijeron que cambiarlo tomaría tiempo. ¿Más meses aún? Inaudito. Ese tramo de tan principal vía, que es a menudo ruta presidencial, está de noche como una boca de lobo.
Las escalinatas de El Conde necesitan barandas
Uno de los puntos atractivos de la calle El Conde son las escalinatas que bajan desde la intersección con la calle Las Damas hasta la avenida del Puerto o Avenida Caamaño. Sobre ellas, una lectora externa una solicitud a las autoridades competentes: ‘colocar a ambos lados de las empinadas escalinatas, algunas barandas que garanticen la estabilidad de las personas que las suben o las bajan’. Nos hacemos eco de su pedido. Ojalá alguien con poder de decisión lo tome en cuenta porque, sin barandilla para agarrarse, cualquiera que dé un traspié puede caer y lastimarse. Si es un turista hasta podría presentar una demanda.
Un cajero que se equivocó o quiso engañar
Acudí a sacar un dinero de mi libreta de ahorros y cuando el cajero me lo entregó no lo conté. Al poco rato de salir decido revisar los billetes. ‘Me faltan cinco mil pesos’, me digo. Cuento de nuevo. Sí, faltan. Pido al taxi retornar. Voy al cajero y le informo. Responde que me dio sesenta mil. Le insisto que no. En vez de llamar a un/a supervisor/a, cuenta el dinero de su caja y sin siquiera excusarse me entrega cinco mil pesos. ¿Moraleja? Al recibir el dinero cuenta con calma cada billete y revisa la libreta, sin preocuparte porque atrás tuyo haya gente haciendo fila. Ahora lo tomo en cuenta. No quiero que intenten de nuevo cogerme de idiota.
El camión de la basura avisa su llegada con música
Para cambiar la tónica de las quejas anteriores, una información agradable, aunque lamentablemente no sea de República Dominicana. Es de Taipéi, Taiwán, donde los camiones de basura avisan su llegada con música clásica. Unas veces se escucha ‘Para Elisa’, de Beethoven. Otras, ‘Plegaria de una Virgen’, de Tekla Badarzewska-Baranowska. El objetivo de tan musical proyección es hacer que las personas saquen en ese momento la basura en bolsas plásticas atadas. Así evitan dejarlas al exterior en contenedores. El resultado ha sido una sociedad libre de basura. Los que tiran la basura en la calle son multados. De tan peculiar costumbre me enteré en el suplemento de The New York Times, que cada sábado viene encartado en el Listín de los suscriptores. ¿Llegará el día en que intentemos organizar así la recogida de basura, aunque la música sea a ritmo de merengue?