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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Ni grande ni pequeño, un favor es un favor

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

La gratitud es el gesto más noble que puede tener una persona con alguien que le ha ayudado cuando le ha necesitado, no importa que sea algo grande o ínfimo. Los favores no se miden por su tamaño, sino por su esencia, porque es sinónimo de solidaridad, de empatía… El agradecimiento es, desde mi punto de vista, la muestra más hermosa de humildad, y a veces, hasta de lealtad, porque quien agradece se compromete en cuerpo y alma con ese ser que le dio la mano en un momento difícil.

Esclavos de un favor

Quien es agradecido, lo es para siempre. No por lo que recibió en sí, sino por lo que significó el gesto en un momento de necesidad. Porque es cierto, hay favores que trascienden todo entendimiento debido a que quien lo hace puede poner en riesgo su integridad, trabajo, relación y hasta la vida por extender su mano a otro. Pero en realidad, hasta cuando nos facilitan ese minuto de un celular para hacer una llamada de urgencia, nos están resolviendo una dificultad, y de igual manera debe agradecerse para toda la vida.

Gratitud con Dios

La evidente muestra de que no importa el tamaño del favor, es cuando al Todopoderoso le oramos para que nos ayude con la salud de un ser querido, que es lo más sagrado, y lo hacemos también para que nos permita pasar un examen en la universidad, dos cosas muy diferentes, pero igual de importante para quien tiene la necesidad. De ahí que, por uno u otro favor debemos ser agradecidos con Dios, porque Él no ve la cantidad, sino la necesidad.

Fabulosamente agradecidos

En una visita reciente a la ciudad fabulosa, pude notar cuán agradecidos son sus moradores. Ya sea porque le ayudes a cruzar una calle o porque le consigas un empleo para que mantenga a su familia, esa gente agradece para siempre. No hay forma de que ellos traicionen a quien le ayudó para que un vehículo no le atropellara, o a quien habló para que tuvieran un trabajo y un medio de sustento sin pedir nada a cambio. En este lugar fabuloso no miden los favores. No los ven grandes ni pequeños, los ven como una ayuda, y sin exagerar, a veces hasta como un milagro porque muchos de ellos se lo han pedido al Señor con fe, y es Él quien manda a ese ángel a concretar su gracias. Por eso es que en esta ciudad la gratitud no tiene fin. Ojalá en nuestra realidad, aprendamos a no medir la magnitud de un favor, sino la importancia de la gratitud.

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