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Un proyecto educativo para los niños de Gualey

La fundación “Luces en el camino” le da pequeños incentivos a los profesores que allí laboran y quienes les procuran una pequeña merienda de sus propios bolsillos.

En esta humilde vivienda, con pocos pupitres y un pizarrón malgastado, 16 niños de Gualey, en distintas tandas, reciben el pan de la enseñanza gracias a la impronta de que apuestan por sacarlos de las calles y llenarlos de conocimientos.

Nairobi NúñezSanto Domingo, RD

En un estrecho callejón en el que todos los caminos conducen hacia las orillas del rio Ozama, se localiza el improvisado centro de estudios “Jugando se aprende”, proyecto que brinda un poco de esperanza y formación de manera gratuita a niños y niñas del sector de Gualey.

Los niños que allí se congregan no cuentan con documentación necesaria para su inscripción al sistema de educación pública, ni sus padres poseen los recursos económicos necesarios para que ellos hagan realidad su sueño.

El techo, hecho de zinc, se encuentra lleno de hoyos que, junto a las lluvias y vientos de tormenta, permiten la entrada del sol hasta la pizarra. Tampoco hay baños y solo cuentan con un ventilador pequeño, mismo que pide a gritos ser remplazado. Varios de los niños que allí acuden se muestran inquietos.

La falta de ventilación y a la carencia de bebedores de agua potable son elementos que conspiran contra la estabilidad emocional. A todo esto se suman las precariedades del lugar. Pero esas dificultades no los desmedran. Con sus pequeñas manos haciendo un vaivén, los niños trataban de sofocar el intenso calor que a todos inquieta en este país donde nunca hay invierno.

Freddy Ramírez Quezada, fundador del proyecto manifestó que en dicho centro se acogen a menores desde los 5 años hasta los 13, y se les brindan las enseñanzas necesarias para su desarrollo y entretenimiento.

Aunque Ramírez, de 58 años, no es maestro de profesión, asegura que siempre se ha inclinado por ese linaje, ya que le apasiona la Educación Física y ha participado en varios maratones. Indicó que mediante el deporte se dio cuenta que podía seguir ayudando y enseñar de manera dinámica a los pequeños. De ahí deriva el nombre del proyecto, para que los chicos entiendan que jugando se puede aprender. “La idea de crear una escuela de este tipo fue idealizada debido a que muchos niños abandonan las escuelas y prefieren jugar, o deambulan por las calles en donde no les espera nada bueno. Por tanto, creamos este proyecto de escuela para ellos, para que no crean que las clases son aburridas y puedan obtener unos principios de formación académica”, expresó.

Adicionó que al observar que tantos niños residentes en el sector no podían asistir a la escuela por no poseer de Actas de Nacimiento, comprendió que esto tronchaba sus deseos de aprender, Ante esta realidad, surgió su deseo de ayudar a través de la educación. “Este proyecto se inició en el año 2009 y más al ver la necesidad de estos niños que no cuentan con este valioso documento; hoy ya es una realidad que va dando sus frutos”, agregó con entusiasmo.

Manifestó que “cuando se puede” ofrecen una “merienda” para que revivan sus energías con los pocos recursos económicos que recibe de parte de la fundación “Luces en el camino”.

Esa misma entidad se interesó en esta iniciativa y le ayudó a conseguir una ayuda económica de 6 mil pesos mensuales vía el Ministerio de Educación.

Maestra empírica, sin documentos En esta interesante iniciativa no solo forma parte Ramírez como creador y principal impulsor, sino que también tiene el apoyo de la joven Nayeli, de 19 años, quien decidió unirse a este plan, ya que su sueño siempre fue ser maestra; deseo se ve actualmente truncado debido a que al igual que muchos otros menores pertenecientes al improvisado centro de estudios, no posee un Acta de Nacimiento. Sus hermanas, por igual, carecen de este importante documento, por tanto no pueden continuar fortaleciendo sus aprendizajes respectivos. Por consiguiente, requieren de las ayudas de las autoridades pertinentes para poder continuar capacitación, y poder así superarse de manera profesional y ayudar al desarrollo educativo del país.

“Yo empecé a estudiar a los 9 años y como a los 16 no podía continuar por falta de papeles. Yo estudiaba antes porque mi tío me ayudaba y con su cédula iba y me inscribía, pero después de un tiempo necesitaban mi Acta para inscribirme y no me aceptaron para matricular en el bachillerato”, manifestó. Por eso, solo pudo alcanzar hasta octavo de básica.

Nayeli asegura que su madre tampoco tiene documentos de identidad, ni ha hecho diligencias, para obtenerlos debido a su impotencia, ignorancia y recursos para realizar los trámites . “A mí me gustaría terminar mis estudios, ir a la universidad”, dijo con voz esperanzadora.

Datos Dieciséis niños en cada tanda del día se dirigen con un cuaderno bajo el brazo, para ir a recibir el pan de la enseñanza.

Las madres de algunos de estos niños manifestaron un profundo sentimiento de gratitud por esta iniciativa, debido a que muchas de ellas no encontraban forma de reunir los documentos necesarios para la inscripción en las escuelas, y esta fue la única opción que hallaron en su camino para no dejar a sus niños en la calle.