PSICOLOGÍA
La soledad, el mal de la tercera edad
Vivimos en un mundo donde se ha demostrado que las relaciones interpersonales sanan, acompañan y previenen enfermedades. La soledad a la que nos hemos visto llamados a obedecer, en muchos casos y que de alguna manera se nos ha impuesto en nombre de mantener la vida y no morir, es realmente responsable de muchos males que están aquejando a nuestros seres queridos, Especialmente a los más mayores, a esos seres queridos de la tercera edad.
Creo que es el momento, en que debemos ser llamados a la coherencia y la lógica. Debemos cuidarnos, pero debemos cuidarnos estando acompañados, queridos y queriendo a nuestros seres. “¿De qué me sirve estar viva, si estoy sola?”. Eso me preguntó una persona, de edad avanzada, frente a la imposición de sus hijos de que debía estar sola en su casa, donde le llevaban todo lo necesario para alimentarse y que estuviera cómoda, limpia y sana. Dentro de sus palabras se notaba una angustia, ya que había llegado a terapia, porque no sabía lo que le pasaba. Había días que creía que se iba a morir de un infarto, en otros, no sentía deseos ni de levantarse de la cama y, por ende, no comía. Me confesó que a veces se levantaba cuando sabía que le iban a llevar algo, y para que sus hijos no se preocuparan, se paraba y se cambiaba la pijama.
Me decía con mucho pesar, que siempre había trabajado, que era una persona muy activa, con un grupo de amigas, y que este grupo, se había vuelto más sólido después de la muerte de su esposo, hacía más de 10 años. Sin embargo, por el miedo a que enfermara, los hijos no le permitían salir, solo a consultas médicas. Y claro, los hijos la llevaron a todos y cada uno de los médicos, pero todos los análisis y chequeos salían perfectos para su edad.
Falta de compañía
Esta señora, sin saberlo, estaba atrapada en la ansiedad y la depresión, posiblemente producto de la soledad, aislamiento y privación de entretenimiento en compañía.
Nuestros envejecientes necesitan el calor humano, necesitan sus rutinas, sentirse útil, y rodearse de sus seres queridos. ¿De qué nos vale tenerlos vivos, aislados y sintiéndose miserables?
Vamos a cuidarlos, sin llegar a la exageración. Vamos a escuchar lo que ellos quieren, no lo que se nos hace más fácil a nosotros, al fin y al cabo, hoy están ellos en esa tercera edad, mañana, estaremos nosotros. Como profesional de la salud mental, junto con un grupo de colegas, hemos elaborado un programa, cuyo objetivo es ofrecer el acompañamiento de manera divertida, a este segmento de la población, con el fin de evitar este tipo de situaciones a nuestros envejecientes queridos.
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La autora es Carmen V. Rodríguez, M.A., terapeuta familiar del Grupo Profesional Psicológicamente
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