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MEMORIA DE VIAJE

Ciudad Colonial: el ‘milagro’ de la Virgen en la Plaza Mayor

1801. Toussaint Louverture llama a reunirse. Su intención es ‘pasar por cuchillo a la población’.

Parque Colón, antes llamado Plaza Mayor y Plaza de las Armas. FOTO ALEXIS RAMOS B.

Parque Colón, antes llamado Plaza Mayor y Plaza de las Armas. FOTO ALEXIS RAMOS B.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

En el año 1795, mediante el Tratado de Basilea, España cede a Francia la parte este que ocupaba en La Española. Mas fue en 1801 cuando tuvo lugar la ocupación, dirigida por Toussaint Louverture, quien estaba al servicio de Napoleón.

Según relata Juan Alfredo Biaggi en Las mil y una historias de la Catedral, los residentes le desprecian, las damiselas sonríen con sarcasmo de su actitud en una celebración en la catedral. Resentido por los rechazos emite una sentencia de muerte: ‘Pasar por cuchillo’ a la población. ‘Touts sont des enemis’. Su hermano Paul, Gobernador del Departamento del Ozama, intenta hacerle cambiar de opinión. No lo consigue. Y mediante un bando llama a todos a reunirse en la Plaza de Armas (hoy Parque Colón) a las siete de la mañana del próximo día. Al enterarse Anne Louverture, cuñada de Toussaint, pasa la noche rezando en su oratorio a Nuestra Señora de las Mercedes.

En la Plaza de Armas separan en grupos a hombres, mujeres y niños. Al llegar, Toussaint Louverture sube a una tarima y arenga a los presentes. ‘Todos los hombres nacen libres y deben ser libres’. Nadie reacciona. La indiferencia ante el don de libertad le provoca. Baja molesto de la tarima y con fusta en mano toca indecentemente a las mujeres, preguntando ‘francaise o spagnole?’ Ninguna se subleva. No hay cómo justificar la matanza hasta que le enfrenta Dominga Nuñez: ‘Atrevido. Aprenda modales para que sepa tratar a las mujeres’. Louverture sólo dice ‘¡Oh!’ Retorna rabioso a la tarima y levanta su mano para dar la orden cuando un nublado oscurece el sol. ‘Ráfagas de aire caliente azotan los rostros, truenos que parecen salir de las entrañas de los suelos expanden sus ruidos, convergiendo en el centro de la plaza que quiere aplastar. Sólo un pequeño espacio de la comba celeste, en el cenit, ha permanecido azul, cual si la rodease un halo de luz solar’ Louverture queda ‘cegado por unos segundos’. Abre los ojos y ordena desalojar la plaza. Tras esta orden, ‘el cielo se despeja como por arte de magia’.

A su hermano le confiesa que al ir a dar la orden de degüello, una luz bajada de los cielos lo forzó a mirar hacia el cenit, y en medio del resplandor vio una dama vestida de color blanco radiante, con las manos en suplicante actitud y ojos compasivos… ‘Notre Dame… J’ai vue, elle etait Notre Dame’ Al oírle,

Ana va a su cuarto y ante la imagen de las Mercedes exclama ‘Merci, merci!’ Es que para Ana, fue un milagro.

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