Salud

TRIBUNA ABIERTA

¿Cómo te estás hablando a ti mismo?

En la última película de Pixar “Soul”, los expertos en hacer las mejores películas animadas para niños y adultos nos invitan a un mundo donde aprendemos que las personas son acompañadas por un mentor que les ayudaría a encontrar su chispa.

En ese sentido, la película tiene una escena donde “22” se ve arropada en oscuridad. Al entrar en ella escuchamos todas las duras palabras de quienes estuvieron a cargo su desarrollo para preparación a su llegada a la tierra. Todos quienes no creyeron en ella se aseguraron de dejarle saber lo poco que era.

A partir de estos comentarios, es probable que 22 piense: “Soy un tonto que no merece nada bueno porque nunca he sido una persona merecedora”, una frase con la que muchos caminan mientras piensan sobre sí mismos.

Al igual que la bondad o maldad de una persona, no podemos reconocer a simple vista a aquellos abatidos por su diálogo interior, diálogo que no vino de la nada, sino de quienes tenían a cargo su cuidado y bienestar.

Es por tanto que los terapeutas repetimos cual si fuera un rosario cómo la palabra de los adultos se vuelve el diálogo interior del niño, para hacer consciencia del impacto de las palabras dichas por las figuras de autoridad en los más pequeños.

Irónicamente, la gente llega a terapia confundida, sin saber de dónde ha venido esta sensación. No son capaces de conectar con aquello vivido en la infancia porque hacerlo supone aceptar que su cuidador falló. ¿Cómo convivir con el entendimiento de que no fue tu culpa, sino, más bien, falta del otro? Mucho más cuando siempre te han dicho que eres tú quien ha estado mal. Sin embargo, esto no vino de ti y por lo tanto no tiene que pertenecerte.

De ahí que para subsanar lo ocurrido la persona va a terapia, donde le enseñamos a encontrar la fuente de esta creencia. Le enseñamos estrategias como la comunicación asertiva y el respeto por los infantes. La acompañamos a verse a sí misma por lo que es y no como las duras palabras que otro les dijo alguna vez.

Para cerrar, evalúa cómo te has hablado desde siempre. ¿Cuál es el contenido? ¿Te hablas con la gentileza que sueles guardar para los demás? ¿Puedes cometer errores sin que sea un fracaso?

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La autora es Laura Rivas, psicóloga familiar y de pareja del Grupo Profesional Psicológicamente