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Insectos, un plato cada vez más apetitoso

Existen cuatro razones por las que los insectos podrían ser un elemento básico en la dieta: una larga tradición de consumo, podría ayudar a mejorar nuestra salud

Una mujer se dispone a probar un escorpión en el bar La Passion Café de Valladolid (España), que ofrece una amplia variedad de insectos comestibles traídos directamente desde Tailandia.EFE. NACHO GALLEGO

Una mujer se dispone a probar un escorpión en el bar La Passion Café de Valladolid (España), que ofrece una amplia variedad de insectos comestibles traídos directamente desde Tailandia.EFE. NACHO GALLEGO

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Por Daniel Galilea/EFE/REPORTAJESSanto Domingo

La industria de insectos comestibles crece rápidamente creando un mercado de más de 1.000 millones de dólares, con más de 400 empresas activas en Europa y EEUU. Australia aspira a ser otro de los grandes productores de estos alimentos nutritivos, sostenibles y éticos destinados a reforzar la masa alimentaria mundial.

Existen cuatro razones por las que los insectos podrían ser un elemento básico en la dieta: una larga tradición de consumo, podría ayudar a mejorar nuestra salud, existen productos con insectos y cultivarlos beneficia al medio ambiente, según la Agencia Nacional Científica australiana CSIRO.

“Si somos más valientes e incorporamos insectos en nuestra dieta podremos reducir nuestra huella ambiental, mejorar nuestra salud y estar más conectados con la tierra y la cultura. Usted, sus amigos y sus mascotas lo disfrutarán”, señalan los investigadores del CSIRO, los doctores Rocío Ponce-Reyes y Bryan Lessard.

"Estudios recientes demuestran que consumir algunos insectos –como los gusanos de seda, las orugas de la polilla de la cera y las larvas de tenebrio o ‘gusanos de la harina’– podrían mejorar la salud intestinal, la presión sanguínea y reducir los niveles de glucosa en sangre", según Ponce-Reyes y Lessard.

“No se resista: más de 2.000 millones de personas en 130 países ya consumen insectos” señalan los investigadores Rocío Ponce-Reyes y Bryan Lessard, de la Agencia Nacional Científica australiana CSIRO (www.csiro.au), que impulsa un programa para fortalecer las conexiones entre Australia y América Latina.

"En Australia, por ejemplo, muchos ya consumen colorante natural rojo elaborado a partir de la cochinilla, o mantequilla de maní cacahuete, que legalmente puede contener hasta 5% de fragmentos de insectos", explican los doctores Ponce-Reyes, científica conservacionista, y Lessard, entomólogo, en la publicación de divulgación académica The Conversation.

Señalan que uno de los mayores desafíos es asegurar que haya suficiente comida para todos, dado que se prevé que la población mundial alcance los 9.700 millones para el 2050, siendo limitadas las tierras y aguas para el cultivo y estando amenazadas las cadenas de suministro por el cambio climático, las prácticas ambientales perjudiciales y las enfermedades emergentes.

En ese contexto existen cuatro buenas razones por las que los insectos podrían ser un elemento básico en la dieta: existe una larga tradición de consumo de insectos, este tipo de alimento podría ayudar a mejorar nuestra salud, ya existen productos con insectos y cultivarlos beneficia al medio ambiente, señalan.

Ponce-Reyes y Lessard acaban de presentar el estudio de CSIRO 'Insectos comestibles: estrategias para el crecimiento de una industria australiana emergente' (https://research.csiro.au/edibleinsects/wp-content/uploads/sites/347/2021/04/CSIRO-Insectos-Comestibles.pdf).

En este trabajo describen un plan estratégico que explora los retos y las oportunidades para que Australia participe en el mercado global de insectos comestibles, un sector al que el CSIRO denomina con un toque de humor “una industria con patas” y que se espera tenga un valor de unos 1.400 millones de dólares australianos (U$S 1.080 millones) para el año 2023.

Este estudio es una hoja de ruta que aporta un marco para las iniciativas e interesados en involucrarse en esta industria en Australia, desde las compañías emergentes de procesado de insectos, los agricultores y los productores de alimentos, hasta los investigadores, los responsables políticos, los ‘chefs’ y las empresas de los pueblos nativos.

UNA GRAN FUENTE ALTERNATIVA DE PROTEÍNAS.

Este informe está disponible en inglés y español, lo que permite conexiones entre Australia y países de América Latina, como México, donde comer insectos está más extendido, y proporciona una orientación para los países de habla hispana sobre cómo desarrollar sus industrias de insectos locales, según el CSIRO.

“Si somos más valientes al elegir nuestros alimentos e incorporamos insectos en nuestra dieta podremos reducir nuestra huella ambiental, mejorar nuestra salud y estar más conectados con la tierra y la cultura. Estamos convencidos de que usted, sus amigos y sus mascotas lo disfrutarán”, señalan los autores.

“La industria mundial de insectos comestibles estaba creciendo rápidamente. Europa y EEUU lideran el mercado occidental, con más de 400 negocios relacionados con esta industria en funcionamiento”, señala la Dra. Rocío Ponce Reyes, coautora del informe (https://people.csiro.au/P/R/Rocio-Poncereyes).

Estas empresas europeas y estadounidenses se dedican a una variedad de actividades como producir insectos para consumo humano, productos alimenticios que incorporan insectos en su elaboración, pienso para mascotas y otros animales, y el manejo de los desechos de esas producciones, según esta experta.

Señala que "los insectos tienen perfiles nutricionales de alto valor y son ricos en proteínas, ácidos grasos omega-3, hierro, zinc, ácido fólico y vitaminas B12, C y E, y son una fuente alternativa de proteínas y nutrientes complementaria con nuestras dietas, saludable y amigable con el medioambiente".

LARVAS, HORMIGAS Y GRILLOS EN EL MENÚ.

Según esta investigadora actualmente más de 2.100 especies de insectos son consumidas por alrededor de una cuarta parte de la población mundial, incluidas 60 especies de insectos australianos que los pueblos nativos consumen tradicionalmente, como las larvas witjuti (o ‘witchetty’), las polillas ‘bogong’, las hormigas melíferas (‘Honeypot ants’) y las hormigas arborícolas verdes.

“Los Países Bajos son uno de los países líderes en la industria de insectos comestibles en Europa, mientras que en América, Canadá tiene una de las granjas de grillos más grandes del mundo”, informa a Efe la doctora Ponce Reyes, que señala a BugBurger (www.bugburger.se) como una fuente de información sobre la actualidad empresarial de este sector.

Consultada sobre cuáles son las especies de insectos comestibles con mayor potencial productivo y nutricional en Australia y en el mundo, esta investigadora señala: "todavía están investigando para poder responder a esta pregunta, aunque no creo que haya una única especie en particular".

Señala que todavía hay muchas incógnitas respecto de los valores nutricionales y niveles de seguridad de muchas de las especies de insectos australianas.

“También hay mucho trabajo por hacer en lo que respecta al cultivo de las diferentes especies, es decir, acerca de los requisitos específicos para cultivar insectos en cautiverio como su alimento y la temperatura y la humedad ambientales. También hace falta más investigación sobre los rendimientos productivos que se pueden obtener en diferentes condiciones”, apunta.

"Actualmente, los grillos y los gusanos de la harina son los insectos que se producen con mayor frecuencia con fines comestibles", puntualiza Ponce Reyes.

Para el doctor Lessar (https://people.csiro.au/L/B/Bryan-Lessard), si se trabaja con las empresas de las ‘Primeras Naciones’ (pueblos aborígenes), muchas especies de insectos nativos podrían cosecharse o cultivarse en granjas de modo sostenible para el medioambiente y convertirse en deliciosos alimentos para los australianos y sus mascotas.

"El cultivo comercial de insectos tiene un bajo impacto ambiental. Requiere un mínimo de recursos de alimento, agua, energía y tierra, factores importantes para la salud moderna y el consumidor éticamente consciente", según el coautor del informe.

"Si los comparamos con las vacas, cerdos y pollos, los insectos producen menos ‘gases de efecto invernadero’, pues no defecan tanto ni fermentan alimentos en sus entrañas produciendo metano (excepto las cucarachas y las termitas). Además, solo una muy pequeña parte del insecto se desperdicia, e incluso sus desechos o excrementos se pueden convertir en fertilizantes", añade.

Los insectos comestibles algún día pueden convertirse en un elemento básico de la dieta australiana moderna (Imagen CSIRO/ Dr. Bryan Lessard).

Diferentes platillos de insectos del México prehispánico, incluyendo acociles, hormigas chicatana, gusanos de maguey, escorpiones, jumiles, escamoles y chinicuiles. (Imagen CSIRO/fitopardo)

Una pareja prueba un escorpión en el bar La Passion Café de Valladolid (España).EFE. NACHO GALLEGO

Los pueblos originarios de Australia comen tradicionalmente al menos 16 especies de insectos, incluida la icónica larva Witjuti. (Imagen CSIRO/ Tobias Titz)

Los insectos comestibles son ricos en proteínas, vitaminas y otros macronutrientes. (Imagen CSIRO/ Boris Ceko)

A las mascotas les encanta tener una comida deliciosa y más sostenible reforzada por insectos comestibles. (Imagen CSURI/Dr. Bryan Lessard)