La Vida

ENCUENTRO VERDE

Brígido Peguero: “En cada área protegida de República Dominicana debe asignarse un biólogo botánico”

El encargado del departamento de Botánica del Jardín Botánico Nacional considera que hace falta conectar la conservación con la utilidad “para que la gente entienda por qué hay que conservar”.

Las cuatro áreas fundamentales del JBN son la investigación, la conservación, la educación ambiental y la recreación. ©Yaniris López/Listín Diario

Los aportes del Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael María Moscoso (JBN) a la ciencia y a la biodiversidad trascienden su rol como institución encargada del estudio de la flora dominicana. Desde hace muchos años, es reconocida a nivel internacional como uno de los espacios científicos más completos de América Latina.

Brígido Peguero, para quien el parque donde labora desde hace 23 años es mucho más que un lugar bonito, forma parte del equipo de biólogos botánicos que prestigian una de las entidades mejor valoradas del país. La comunidad científica dominicana reconoce tanto su trabajo como investigador como sus aportes a la defensa de los recursos naturales y su empeño en que la sociedad conozca el valor biológico, comercial, ornamental y medicinal de las plantas nativas y endémicas de La Española. Encargado del departamento de Botánica, Peguero destaca muchos de los aportes que brinda el JBN a la población. El herbario, un museo de plantas disecadas que alberga a la fecha 140,000 ejemplares montados y otros 30,000 a la espera de ser catalogados, es una de las principales colecciones de referencia del Caribe, “comparable con algunos jardines muy grandes”, sostiene. Antes de ser parte del herbario, la planta atraviesa por un minucioso trabajo de recolecta, numeración, registro, secado en horno y un período de cuarentena que asegura que está higienizada y libre de humedad e insectos. De esto, de la búsqueda de especímenes en el campo, así como de los estudios de flora y vegetación, se encargan los biólogos de la división de taxonomía y exploraciones. “Ahora que se han declarado tantas áreas protegidas parecerán pocos estudios, pero nosotros teníamos en un momento la mayoría de estas áreas ya trabajadas”, comenta, entre ellas los parques Armando Bermúdez, del Este, Los Haitises y la sierra Martín García; reservas científicas como la de Casabito y monumentos naturales y refugios de vida silvestre como la laguna de Bávaro. “Todo ese trabajo ha descansado en el Jardín Botánico”, explica. PROTEGER, CONSERVAR

Otro de los grandes aportes del departamento de Botánica es la conservación. A lo largo de la historia del jardín, expresa Peguero, se han rescatado plantas prácticamente al borde de la extinción, como la Rosa de Bayahíbe, la flor nacional. “Al día de hoy hemos reproducido más de 30,000 especímenes; ya tenemos hembras y machos. Y hemos trabajado mucho con la caobanilla (Stahlia monosperma), que solo existe en la parte oeste de Puerto Rico y en la parte este dominicana”. El banco de semillas del JBN, con más 625 especies colectadas, es el más completo del Caribe, y su vivero tiene capacidad para producir un millón de plantas al año. Y aunque las cuatro áreas fundamentales del JBN son la investigación, la conservación, la educación ambiental y la recreación, Peguero asegura que la gente va al botánico no solamente en función de estas cuatro áreas. “Además del ambiente natural, del aire fresco -porque es verdaderamente un pulmón de la ciudad, registrándose en su reserva natural dos grados Celsius menos que en el resto de Santo Domingo-, el jardín brinda muchos otros servicios ambientales y sociales”. Son muchas las anécdotas que recuerda de situaciones en las que le ha tocado consolar a personas con trastornos de conducta que buscan refugio en el jardín, y de la asesoría que brindan a estudiantes e investigadores con toda clase de preguntas y solicitudes.

MÁS BIÓLOGOS, POR FAVOR

Con una historia de éxitos en conservación e investigación, ¿qué toca ahora? ¿Qué retos, considera Peguero, debe asumir el país y el JBN? Para el investigador, la botánica debe trabajar cada día por ser más práctica. "Hace falta unir ambas cosas, la conservación y la utilidad, para que la gente entienda por qué hay que conservar. No conservar solamente porque decimos que es el alimento de los pajaritos, o conservando al pajarito porque poliniza. Hay que buscarle otra utilidad, y es la utilidad directa, que es lo que ve la gente. Tenemos ese reto". Esto implica, sugiere, que en las planificaciones de desarrollo del país tiene que entrar la botánica, lo mismo que la fauna. "La gente solo ve la utilidad directa de la planta. Se sorprenden cuando les hablo de su importancia ecológica y biológica, del potencial ornamental que tienen nuestras plantas. La campanita criolla (Cubanola domingensis) o el memiso nuestro (Trema micrantha) son una maravilla". Peguero considera también que en cada área protegida de República Dominicana debe asignarse un biólogo botánico. "Necesitamos muchos biólgos en general, entre ellos botánicos. Antes no se veía la necesidad de un biólogo porque no se decía para qué era necesario. Pero poco a poco se está entendiendo la necesidad del biólogo en cada una de sus áreas. Todas las intervenciones que se hagan en la naturaleza, por ley deberían llevar estudios de impacto ambiental y ahí entran todos los biólogos". Señala que la botánica aplicada tiene cada día más razón de ser. "Al jardín va mucha gente que cría abejas, preguntan por especies de plantas mielíticas. Pues nosotros podemos contribuir con esa persona, porque esa persona siente una utilidad de la botánica". Igual acuden quienes desean plantar determinadas especies y el taxónomo le ayuda a identificarlas y le indica cómo mantenerla. "Otra razón del botánico es conocer la distribución de las plantas de un país porque sabe dónde se han colectado, dónde crecen y cuándo florecen". "Cuando se une el conocimiento práctico con el conocimiento científico, la gente encuentra la utilidad y se da cuenta que no están separados. En el mundo, entre el 35 y 45 por ciento de las medicinas que están en la farmacia vienen de las plantas. O la formula química ha sido tomada de la planta".

UNA ESCUELA DE BOTÁNICA

El Jardín Botánico como tal también tiene su reto, señala el investigador oriundo de Higüey.

"Yo personalmente siempre he querido que el botánico sea una escuela de Botánica, y no me refiero a una escuela que emita títulos, si no que forme a los botánicos, porque tampoco vamos a competir con la academia. Aquí hay una sola universidad, la Autónoma de Santo Domingo, que da Biología General, pero no ofrece especialidad". Comenta que su generación de biólogos fue muy afortunada al tener profesores como Eugenio de Jesús Marcano, Julio Cicero, Idelisa Bonnelly, Rogelio Lamarche y otros que llegaron más tarde, como Sixto J. Incháustegui. "Lo que he entendido siempre es que la universidad nos enseña a aprender y el título que nos da es un título para aprender y eso es lo que hemos hecho, aprender después. La UASD no ofrece especialidades, los biólogos marinos ser forman ellos mismos, los botánicos, los herpetólogos. Cuando oyes de un especialista aquí es porque se ha ido a estudiar fuera". Lo del título podría ser, sostiene, pero no es lo que procura, sino que el biólogo pueda aprender la botánica que no pudo aprender en la universidad. "Lo que confirma lo que sabes es la práctica. Por eso digo que una cosa es el título y otra la práctica. Una cosa es ser profesor de Botánica y otra ser botánico. Ahora, hay gente que es las dos cosas y entonces, mejor".

“EL BOTÁNICO DOMINICANO INVESTIGA POR INSPIRACIÓN” Pese a la gran satisfacción que les brinda la botánica, don Brígido admite que el trabajo de investigación lo hacen por inspiración porque, si bien el jardín y su herbario fueron creados para estudiar la flora de La Española, la institución no cuenta con los recursos económicos y humanos suficientes para realizar esta labor. Ocurre, dijo en el Encuentro Verde de Listín Diario, que los botánicos no son pagados como investigadores y muchos menos por investigaciones.

Es decir, explica Peguero, si cada biólogo trabajara solo para el cargo que le es encomendado en la institución, no se harían estudios ni investigaciones. "Cada uno estudia y hace investigaciones y aporta sus conocimientos a la revista Moscosoa, el órgano científico informativo del JBN", comenta. El poco incentivo económico que reciben los científicos locales en áreas especializadas, así como el poco interés en la ciencia que muestran la sociedad y el Estado,figuran entre las razones que impiden que los nuevos graduandos de Biología se decidan por la botánica.

PERFIL. Don Brífido es egresado de la UASD, con una tesis de grado sobre el estudio de la flora y la vegetación en el Parque Nacional del Este. Tiene especialidad en Botánica en las áreas de taxonomía, ecología vegetal, florística y etnobotánica. Como botánico de campo ha herborizado en diferentes regiones de República Dominicana y Haití. Ha recolectado más de 15,000 números y ha descubierto y publicado en coautoría especies de plantas nuevas para la ciencia como la Cojoba urbanii y la Calycogonium bairdianum.