MEMORIAS DE VIAJE
Puerta de la Misericordia, un lugar que marca un hito en la historia dominicana
Entorno. A pocos pasos está una casa donde vivió el Poeta Nacional Pedro Mir
En el malecón de la Ciudad Colonial, la brisa de mar incentiva a caminar por las áreas aledañas. Y es así como a pie, desde el Paseo Presidente Billini, me acerco con mi hijo Alexis hasta la calle Palo Hincado a un lugar que marca un hito de la historia dominicana: la Puerta de la Misericordia. Es la parte de la muralla, levantada por los conquistadores españoles en 1543, donde Matías Ramón Mella tras arengar a sus compañeros diciendo “Comprometida es la situación, juguemos el todo por el todo’ disparó, el 27 de febrero de 1844, el trabucazo de la Independencia respecto de Haití, y a seguidas gritó ‘¡Marchemos pues!’ (hacia la Puerta del Conde).
La Puerta de la Misericordia, la primera de las puertas de Santo Domingo, fue construida con grandes bóvedas de piedra. Dos puertas pequeñas (una a cada lado) daba acceso a su respectivo torreón. De estos sólo quedan los cimientos, según datos de la Guía de Arquitectura Santo Domingo.
Llamada Puerta Grande y también Puerta de la Sabana (por la Sabana del Rey que se extendía a su lado), se le dio el nombre de Misericordia luego de varios terremotos que en el siglo XIX llevaron a colocar el Santísimo Sacramento en el cadalso (cercano a la puerta), sobre el cual fue levantado un templo donde se oficiaba la Misa pidiendo misericordia al Santísimo. En este entorno donde se nota un buen mantenimiento paisajístico, no observo resto alguno de aquel templo.
Casa de Pedro Mir
Alexis y yo cruzamos la Puerta de la Misericordia (desde la calle Palo Hincado hacia la Pina), doblamos a la izquierda hasta la casa 53, que en el siglo XX fue residencia de los padres del Poeta Nacional: Pedro Mir. En ella vivió en dos etapas. Tocamos la puerta. La mucama nos permite mirar hacia la sala y el patio, donde al fondo se levanta un tramo de la muralla colonial. Mas ‘porque hay huéspedes’ no podemos recorrer la casa. Es que funciona ahora como el hostal Mir Residence.
Su ‘Concierge’, Enea Bucosse, a quien luego contacto, mantiene de alguna forma el espíritu del insigne intelectual, cuyo aposento es hoy habitación número 5. Y muestra emocionado el dibujo a plumilla Árbol de Luna, realizado y firmado por Pedro Mir en 1971.
Está enmarcado como un solo cuadro junto a un boceto de la fachada de la casa que pintó Ureña Rib. Le fue regalado por Eridania Mir, hermana de don Pedro. Un recuerdo de nuestro gran poeta en la calle Pina.