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Los huesos delgados y frágiles están fuertemente relacionados con el riesgo de enfermedades cardíacas en las mujeres

Un esqueleto fosilizado de Australopithecus es mostrado en la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, el miércoles 6 de diciembre del 2017.

Foto: AP/Themba Hadebe

Un esqueleto fosilizado de Australopithecus es mostrado en la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, el miércoles 6 de diciembre del 2017. Foto: AP/Themba Hadebe

El adelgazamiento de la columna vertebral en la zona lumbar, la parte superior del fémur (cuello del fémur) y la cadera son factores que predicen un mayor riesgo de ataque cardíaco e ictus, según un estudio publicado en la revista 'Heart'.

La osteoporosis es frecuente, sobre todo entre las mujeres después de la menopausia. Se caracteriza por el adelgazamiento y debilitamiento de los huesos y un mayor riesgo de fractura.

Investigaciones publicadas anteriormente indican que las personas con osteoporosis suelen padecer aterosclerosis (endurecimiento y estrechamiento de las arterias), lo que sugiere que ambas enfermedades pueden estar relacionadas.

El riesgo de muerte cardiovascular es mayor en las mujeres (21%) que en los hombres (15%), y el marco de riesgo predictivo de las enfermedades cardíacas está sesgado hacia los hombres, por lo que se necesitan factores que identifiquen mejor a las mujeres con mayor riesgo de sufrir un infarto o un ictus, dicen los investigadores.

Millones de mujeres se someten a pruebas de detección de la osteoporosis mediante un escáner DXA, por lo que esta evaluación podría constituir una oportunidad ideal para identificar cualquier asociación potencial entre el adelgazamiento de los huesos y la aterosclerosis, así como a las mujeres con mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, sin incurrir en costes adicionales ni en una mayor exposición a la radiación, añaden.

Para comprobarlo, los investigadores revisaron los historiales médicos de mujeres de entre 50 y 80 años que se habían sometido a un escáner DXA para comprobar la existencia de osteoporosis en el Hospital Bundang de la Universidad Nacional de Seúl entre 2005 y 2014.

Tras excluir a las que ya padecían una enfermedad cardíaca u otra dolencia grave en el momento del escáner, el análisis final incluyó a 12.681 mujeres cuya salud se siguió durante una media de 9 años, utilizando los datos del registro nacional.

En total, 468 mujeres (alrededor del 4%) sufrieron un infarto o un ictus durante el periodo de seguimiento. Unas 237 (2%) murieron.

El adelgazamiento o debilitamiento de los huesos, expresado como una puntuación baja de la densidad mineral ósea en la columna lumbar, el cuello del fémur y la cadera, se asoció de forma independiente con un mayor riesgo (entre el 16% y el 38%) de sufrir un ataque al corazón o un ictus tras tener en cuenta factores potencialmente influyentes, como la edad, la hipertensión arterial, el colesterol alto, el tabaquismo y una fractura ósea previa.

Y un diagnóstico formal de osteoporosis también se asoció de forma independiente con un riesgo 79% mayor de enfermedad cardiovascular.

Añadir la puntuación de la densidad mineral ósea o un diagnóstico clínico de osteoporosis u osteopenia (precursor de la osteoporosis) a los factores de riesgo clínicos predijo el riesgo con mayor eficacia que los factores de riesgo clínicos por sí solos.

No se sabe con exactitud cómo podrían estar relacionadas la osteoporosis y la aterosclerosis, pero la inflamación a largo plazo y el estrés oxidativo acumulado desempeñan un papel clave tanto en la pérdida ósea relacionada con la edad como en la aterosclerosis, mientras que las hormonas sexuales, en particular los estrógenos, ayudan a regular el recambio óseo y el sistema vascular, explican los investigadores.

Se trata de un estudio de observación, y como tal no puede establecer la causa, sino sólo la correlación. Además, los investigadores reconocen varias limitaciones en sus conclusiones: el estudio incluyó a mujeres de un centro médico de Corea del Sur, por lo que los resultados podrían no ser aplicables de forma más generalizada.

Además, no pudieron recopilar información potencialmente importante sobre los niveles de actividad física o el uso de esteroides, que afectan a la densidad mineral ósea y al riesgo de enfermedad cardiovascular.

No obstante, concluyen que, "teniendo en cuenta que la exploración DXA se utiliza ampliamente para detectar la osteopenia y la osteoporosis en mujeres asintomáticas, la asociación significativa entre la densidad mineral ósea y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares ofrece una oportunidad para la evaluación del riesgo a gran escala en las mujeres sin coste adicional ni exposición a la radiación".

En un editorial vinculado, los doctores Dexter Canoy y Kazem Rahimi, del Departamento Nuffield de Salud Femenina y Reproductiva de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, están de acuerdo y añaden que se justifica la realización de más investigaciones en diferentes entornos.

Pero sugieren que "tal vez haya llegado el momento de establecer cómo afecta la salud ósea a la vasculatura y de comprender la fisiopatología subyacente que vincula las afecciones osteoporóticas y ateroscleróticas. Al hacerlo, quizá descubramos nuevas formas de mejorar el tratamiento y el cuidado de los corazones y las mentes de las mujeres, así como de los hombres".