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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¡Chana lo logró, y sin bastón!

Marta Quéliz

Marta Quéliz

A veces cualquier motivo, por simple que sea, es el pretexto perfecto para abandonar un sueño cuando nuestra fuerza de voluntad es más débil que el deseo que tenemos de llegar a la meta. Con Chana no pasa lo mismo. Es como si siempre viviera en una ciudad fabulosa donde ni los dolores que la persiguen, se pueden interponer.

Cumple con su papel de madre, de esposa, de hija, de hermana, de cuñada, y hasta de amiga y, aun así, busca la forma de seguir progresando para, como empleada siempre dar la milla extra.

Enfrentada al dolor

Quienes conocemos a Chana, sabemos de sus múltiples padecimientos, de sus visitas interminables al médico o mejor dicho a los médicos, porque sin temor a equivocarme, creo que hay pocos especialistas en este país que no la hayan atendido. En cambio, parece ser tan sencillo para ella salir de una clínica derecho a su trabajo, a tomar un examen, hacer una tarea, o los quehaceres de su hogar.

Con honores

Con Chana se cumple al cien por ciento el dicho de que “querer es poder”. Con un rosario de obstáculos en su contra, ella decidió hacer su carrera. Sin descuidar sus otras responsabilidades, se inscribió en la universidad a estudiar Psicología mención Educativa, de la cual se acaba de graduar Magna Cum Laude. Pero ella no se ha quedado ahí. Está dando los pasos para seguir avanzando y ser cada vez más competente en lo que ha estudiado.

¿Y cómo lo hace?

La respuesta no la tengo. Creo que solo en la ciudad fabulosa que Dios ha diseñado para ella puede obtenerse. De hecho, Koqui, uno de sus cuñados, siempre la relajaba diciéndole que se graduaría con un bastón. ¡Y mira!, no ha sido así, sigue dando la batalla y de qué manera… El Señor la ha mirado con ojos de piedad y le ha dado las energías y las fuerzas necesarias para hacer realidad su sueño y el de sus padres. Sus amigas también son ejemplo Pero Chana no ha sido la única batalladora en esta carrera hacia el éxito. Sus amigas Lisania Minaya, Flor Valdez y Rayza Lorenzo han roto esquemas para lograr la meta de hacerse profesionales cuando creían que ya era tarde para ponerse una toga y un birrete. Hoy las cuatro son un vivo ejemplo de que cuando se quiere se puede. De que no hay que vivir en una ciudad fabulosa para recorrer el camino hacia esa meta que no tiene edad. Es cuestión de decidirse, de tener fuerza de voluntad y preparar la mente para alcanzarla aún sea con un bastón. ¡Felicidades!

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