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PANDEMIA

Muchos se han adaptado a la modalidad remota

Ansiedad, estrés y depresión se adueñan de quienes desean seguir ‘vida remota’. iStock

Ansiedad, estrés y depresión se adueñan de quienes desean seguir ‘vida remota’. iStock

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

“Cuando me informaron que ya todo el personal debía estar en planta, me dio ataque de ansiedad, estrés… es más no sé ni cómo explicarlo, porque ya estaba acomodada en mi casa. Había destinado un pequeño espacio para el trabajo, me había puesto mi horario, y el dinerito me rendía más porque no tenía que gastar gasolina”. Eso cuenta Amalia Contreras, una empleada privada que hoy visita a un especialista porque se resiste a volver a la normalidad del trabajo.

Dice que hasta ha llorado por las mañanas cuando sabe que debe irse a la oficina, y que las horas se le hacen largas, esperando para volver a su hogar. Pero no es la excepción. Dice que otros de sus compañeros, así como familiares y amigos que trabajan en otras empresas, le han comentado que les pasa igual.

Esto se está dando no solo en el aspecto laboral. Hay estudiantes que no quieren regresar a la escuela. Sienten que rinden más y que pueden concentrarse mejor en su casa. Miguel Ángel es uno de ellos. Después que se acostumbró a las clases virtuales sus calificaciones han subido como la espuma, y no quiere que el regreso a las aulas dañe sus notas. Tiene 15 años y confiesa que le aterra volver al colegio.

Para muchas personas esta es una realidad que le perturba. “En la consulta he tenido empleados públicos y privados con problema de ansiedad, depresión, estrés y otros trastornos propios de las transformaciones que ha traído el Covid-19. Al principio había negación a la normalidad remota, ahora es lo contrario, muchos no quieren volver a la oficina ni a la escuela”, resalta la psicóloga Rosalba Hernández.

Desde su óptica, ha sido un proceso fuerte porque en poco tiempo ha consistido en adaptación, desadaptación, y lo peor, volver a la adaptación de lo antiguo. “De verdad que son tres etapas que pueden llevar a la persona acarrear trastornos psicológicos como ansiedad, estrés, depresión y otros. Es otra pandemia lo que está ocurriendo con las emociones de la humanidad”, puntualiza la especialista.

Parte neurológica

Al tratar este tema, el neurólogo José Silié Ruiz de inmediato le puso título a lo que está sucediendo en este sentido. ‘El estrés, mal del siglo (el cerebro quemado)’. “Estamos inmersos en una situación vivencial especial que aumenta el estrés. En tiempos normales se acepta que tres de cada siete trabajadores sufran algún grado del síndrome Bournout (síndrome de agotamiento físico y mental), condición de extremo estrés que nos desgasta y lo peor es que muchos no lo saben”, cita el especialista.

Lo que está sucediendo con los procesos de adaptación y desadaptación puede provocar un estrés sostenido que a su vez desencadena una serie de alteraciones en la salud que van desde: hipertensión arterial, dolores de cabeza, nucalgias, gastritis, colon irritable, depresión, apatía, insomnio, pánico, alcoholismo, drogadicción, cánceres, fatiga crónica, dolencias autoinmunes, asma, fibromialgia, fallos de memoria y concentración, enfermedades cardíacas y dermatológicas, disminución de nuestras defensas inmunológicas, el ya mencionado síndrome Burnout, que es un disturbio psíquico de carácter depresivo.

“Cito estadísticas nacionales aportadas por el distinguido sicólogo, el amigo doctor Luis Vergés Báez, gran terapeuta. El 20% de la población ha tenido problemas en familia, como los insultos a granel. Los trastornos de depresión han afectado al 16% de la familia. Un 60 % ha tenido violencia infantil y concluye que más del 80% de la población dominicana ha visto afectado su estado de bienestar, lo que implica un detonante para que se esta situación que afecta a la población”, puntualiza.

Neurólogo José Silié Ruiz