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VIDA VERDE

Una casa de acogida para perros y gatos: el sueño de Ana Yira y defensores de animales en San Cristóbal

Abandonados. La sobrepoblación de animales callejeros tiene en vilo a muchas comunidades de la provincia. Activistas y protectores consideran que ha llegado el momento de que las autoridades tomen en serio la construcción de un gran albergue y realicen campañas masivas de esterilización.

“Antes de morir quiero ver un hospital público para perros. Es mi único sueño”, dice Yira. ©Yaniris López/LD

“Antes de morir quiero ver un hospital público para perros. Es mi único sueño”, dice Yira. ©Yaniris López/LD

Ana Yira Ramírez Velásquez guarda desde muy pequeña un vínculo muy especial con los animales, pero no se imaginaba que era tan fuerte hasta los 15 años, cuando cayó presa por defender a un caballo de maltrato.

Fue en el año 1985 frente a su lugar de trabajo en Madre Vieja Sur, San Cristóbal. Un carretero obligaba a un caballo a subir una cuesta con una pesada carga de blocks. Lo golpeaba para que avanzara. “El caballo no podía subir y él seguía golpeándolo. Cuando el caballo no pudo más cayó de rodillas en la talvia y a mí me dolió eso mucho. Como que me dio algo en el corazón. Salí de la oficina, porque yo trabajaba haciendo recibos, vendiendo piezas de herramientas; salí de la oficina como ciega, le quité el suéter y lo golpeé en el cuello, en la cara, en todos lados. Cuando el carretero se volteó y vio que era yo intentó agredirme, pero los muchachos que hacían los tornos en el taller lo agarraron, le quitaron los estribos al caballo y la carreta salió para abajo, sin el caballo. Se rompieron como 20 o 30 blocks. Tuve que pagar los blocks y la fianza también. Todavía él me ve y me saluda”. Pasó casi todo el día presa, hasta que su novio pagó la fianza. Yira conserva fotos de ella muy chiquita rodeada de palomas, patos, caballos, perros y otros animales en el patio de la casa. “Mi papá me quería matar porque le llenaba la casa de animales, de perros. En mi casa no había baños, yo los guardaba en una letrina, afuera”. Su devoción por los animales es bien conocida en toda la comunidad. Protege a unos 70 perros. Solo en el pequeño patio de su casa, en el sector Puerto Rico de la ciudad de San Cristóbal, alimenta y cuida a unos 40 perros y decenas de gatos. Los demás perros los tiene en otros sitios, “guardados”. “En la calle hay más que no caben aquí pero igual ella les lleva comida todos los días, los vacuna y los esteriliza despacio, porque la esterilización es muy cara”, dice su hija Ana Lucía. La joven y sus dos hermanos heredaron de su madre el celo por la protección animal. Ellos también se encargan de bañar, alimentar y cuidar de los perros. Ana Lucía comparte con Listín Diario cómo los animales poco a poco han ‘absorbido’ sus vidas. En 2015 crearon legalmente el Patronato para la preservación y cuidado de los animales (fundación Diakimyi) porque les dijeron que el gobierno ayudaba solo si estaban formalmente organizados, pero la ayuda todavía no llega. “Muchos vecinos se han quejado del ruido, sabemos que están en lo correcto, pero no queremos dejar esta labor”.

EL SUEÑO DE YIRA

Es difícil atender a todos los animales en un espacio tan pequeño y por eso han separado a los animales, con la esperanza de poder tener algún día un albergue o un lugar más adecuado. “Con eso estamos soñando –comenta Yira-. Quizá sea una utopía, como me dice mucha gente, de que si aquí no cuidan ni a los niños muchos menos van a cuidar a los perros. Y yo les digo ‘bueno, los niños les toca a su papá y a su mamá, a Conani y al gobierno dominicano’”. Entiende que una gran cantidad de personas con sensibilidad están dispuestas a trabajar por los animales. Su sueño, sigue con la voz quebrada, es este: “Tenemos un pequeño terrenito, que no alcanza para mucha cosa, pero es nuestro sueño tener algo ahí que valga la pena para cuidar a los animales, un hospital público para cuidar a los animales, para que la gente de escasos recursos pueda llevar a sus perros. Porque ha habido personas que me dicen: Yira, yo quiero salvar a mi perro pero con qué, con qué si yo voy a la botica con 400 pesos y sano a mi hijo de la gripe y le doy medicina para la fiebre, pero un veterinario me pide dos mil y tres mil pesos para curarme a mi perro, tengo que botarlo porque no lo quiero ver morir así. “Entonces, cuando una gente me habla así, ¿qué yo puedo hacer? Soñar con que haya un hospital público para los perros. Aunque sea una utopía yo estoy clara, yo creo que los animales merecen que los cuiden; para mí los animales tienen ese valor. Tengo que verlo hecho antes de morirme. Ese es mi único sueño, y que el Gobierno me ayude con los veterinarios, porque yo sé que habrá quienes me ayuden con los medicamentos”.

UNA GRAN ALBERGUE

La construcción de un centro de acogida es también el sueño de muchos protectores de animales en San Cristóbal, entre ellos la trabajadora social, exdiputada y presidenta del Movimiento de Mujeres Trabajadoras (MMT), Luz Eneida Mejía; el veterinario Miguel Martínez y Gianna Santiago, de la junta de vecinos de Madre Vieja Sur.

“Se necesita un espacio donde los animales pudieran estar y que la gente pudiera adoptarlos. Un lugar donde curarlos, vacunarlos y ponerlos en adopción. Un lugar de acogida que involucre a los profesionales, a gente voluntaria -hay mucha gente que siente pasión por los animales- y que las autoridades se hagan cargo. Un lugar adecuado donde el animal esté y haya gente que lo cuide”, señala Luz Eneida. La consultora en trabajo social comunitario prefiere hablar de un lugar acogida en lugar de hospital porque la gente asocia la palabra hospital como un lugar para enfermos. “Es mejor un centro de acogida de animales donde la gente pueda llevarlos si no puede cuidarlos, o pueda ir a buscar si quiere tener uno; una especie de guardería”. Y que tengan acceso a castrarlos. Por el momento, tanto la fundación como los activistas por los animales solo reciben promesas de las autoridades. Aseguran que se les convoca a reuniones donde les prometen soluciones que nunca llegan, así como operativos para castrar perros que nunca se realizan. “Nos hemos puesto de relajo, como quien dice, porque uno sale de aquí, deja a los animales solos por cuatro o cinco horas y al final no quedan en nada. Son promesas. Nos dicen ‘reúnan las facturas, búscate un abogado que haga esto’ y una se esfuerza, busca al abogado, el abogado organiza, legalizamos la fundación, tenemos el RNC y todo en balde, porque al final no hemos conseguido ninguna ayuda”, se queja Ana Lucía.

¿QUÉ NECESITAN? Sobre todo un veterinario que los ayude con los animales, que se haga cargo de su atención médica. Para agarrar a los animales que están acabando con el ganado y las aves de corral en muchas comunidades, Yira señala que necesitan un veterinario que duerma a los animales para ellos agarrarlos. “Habría que darles algo de comer con un sedante para nosotros poderlos recoger y enjaularlos y posteriormente castrarlos; darles algo para que se tranquilicen porque el animal es agresivo por la cantidad de feromonas que produce el cuerpo cuando están sin castrar, tanto hembras como machos”. Ana Lucía añade que como fundación tienen muchas ideas que han funcionado en otros países “pero no tenemos recursos para materializar esas ideas”. “En República Dominicana no hay recursos ni lugar donde albergar los perros, entonces yo creo que una solución factible e incluso mucho más económica sería crear campañas de esterilización para los animales que ya están en las calles, porque en los barrios hay personas que no los maltratan, que están ahí y ya, hasta les echan comida, entonces que se queden en las calles los que sean fuertes, los que sean grandes, que se esterilicen para que ya no se reproduzcan y que no siga aumentando la población”. Si alguna institución desea realizar una jornada de esterilización en la comunidad, Ana Lucía dice que pueden conseguir el local, agua para los voluntarios y mano de obra para trabajar o agarrar a los perros. “Sería difícil, pero nosotros sabemos dónde están los animales. Hemos recibido denuncias. Si hay que buscarlos de noche es lo de menos, nosotros tenemos cierta experiencia y no les tenemos miedo. Hasta nos dejamos morder para agarrarlos. Mi hermano dice: ‘En lo él me muerde tú lo agarras’”.

CREEN QUE EL GOBIERNO NO LE DA IMPORTANCIA

Si hasta el momento las políticas públicas sobre protección animal no han funcionado, Ana Lucía cree que se debe a que el Gobierno no sabe que eso es importante.

“Ellos no han analizado la importancia en la educación que tienen los animales. No saben que un niño que maltrata a un animalito en un futuro puede ser un delincuente. Son estudios que se han hecho, pero aquí no se les da importancia. A los niños no se les educa sobre el amor a los animales, o sobre el amor al medio ambiente”. Su madre piensa que la vida animal siempre ha sido la misma y que el maltrato es lo que aumenta. “Cuando hay menos consciencia, hay más maltrato. Antes la gente le tenía temor a Dios. Antes se comentaba de abuelo a nieto, de padre a hija, que el que le daba una patada a un perro el Señor lo castiga; que si le haces mal a un perro, si lo ahogas, así tú morirás; que como lo matas así tú mueres”. Los defensores de animales del país pensaban que la situación mejoraría tras la aprobación de la Ley 248-12 Sobre Protección Animal y Tenencia Responsable. “Honestamente creo que aunque no sea el cambio que uno esperaba, la gente se está concientizando. Y el hecho de que la cantidad de perros en la calle haya aumentado significa que la gente le tiene miedo a agredir a los animales. La gente lo está pensando, porque inclusive después de los casos que ha habido de personas que hemos logrado meter a la cárcel y cobrarles la fianza con trabajo social, la gente tiene temor”, opina Yira. “Por lo menos ahora eso es noticia, antes ni siquiera era noticia”, agrega Ana Lucía.

TERROR EN LAS COMUNIDADES

La sobrepoblación de perros callejeros al suroeste de la provincia de San Cristóbal, a lo largo de la carretera Sánchez, ya no solo representa un problema de salud pública, sino económico.

En los últimos meses, agricultores y productores han denunciado la matanza de ganado y aves de corral. A doña Rita Montás Domínguez, en Najayo Arriba, los perros le mataron hace poco 22 pavos reales, 23 gansos y 7 ovejas preñadas. A su vecino, cuenta a Listín Diario, le mataron 9 chivas preñadas y a otro le mataron todos los patos y se le comieron cuatro huevos de gansos. Los perros se comen los huevos y solo matan a los animales, dice doña Rita. El ataque de animales se presenta en gran medida en unos 8 kilómetros en las comunidades de Nayajo Arriba, Santa Lucía de Camba, El 7, Doña Ana, La javilla, La sierra y Los tamarindos. El problema se agudizó con el inicio de la pandemia del Covid-19. Este tramo de la carretera suele ser uno de los más usados para el abandono de perros y gatos. Los animales se ocultan durante el día y salen a cazar en las noches. Los comunitarios temen que los perros comiencen a atacar a las personas.

_____ Para ayudas. Si desea cooperar con la fundación Diakimyi, búsquelos en las redes sociales o llámelos a los números (809) 528-3989 y (829) 343-9472. También reciben donaciones en la cuenta 1880 342 0018 del banco BHD a nombre de Ana Yira Ramírez.

Yira y Ana Lucía comparten el amor por los animales. Además de sus tres hijos, Yira tiene hijos postizos que ayudan con su cuidado. Yaniris López/LD

Ellos no han analizado la importancia en la educación que tienen los animales. No saben que un niño que maltrata a un animalito en un futuro puede ser un delincuente, dice Ana Lucía sobre la importancia que le dan las autoridades al tema de protección animal. Yaniris López/LD

Los perros se bañan todos los días porque el lugar se llena de pupú y vómitos. Todos responden a un nombre y se les da seguimiento a cada problema de salud que presentan.  Yaniris López/LD

El abandono de animales en la carretera Sánchez aumentó con el inicio de la pandemia del Covid-19. Yaniris López/LD

Medicamentos para los animales. La fundación se mantiene con el apoyo de la familia, voluntarios y veterinarios que les dan una mano. Yaniris López/LD