Las mayores tasas de dolor crónico en las mujeres están relacionadas con la genética
Las mujeres pueden tener un mayor riesgo de experimentar dolor crónico porque esta condición tiene una base genética diferente en hombres y mujeres, según una investigación de la Universidad de Glasgow, publicada en la revista 'PLOS Genetics'.
El dolor crónico es una enfermedad común y potencialmente debilitante que suele afectar más a las mujeres que a los hombres. Para explorar esta disparidad, los investigadores emprendieron el mayor estudio genético sobre el dolor crónico que ha analizado a mujeres y hombres por separado.
Buscaron variantes genéticas asociadas al dolor crónico en 209.093 mujeres y 178.556 hombres, y compararon los resultados. En las mujeres, 31 genes se asociaron con el dolor crónico, mientras que en los hombres se vincularon 37 genes. Un solo gen se asoció con el dolor crónico en ambos sexos.
Los investigadores también investigaron si la actividad de estos genes aumentaba o disminuía en los tejidos que se sabe que están relacionados con el dolor crónico. Descubrieron que los 37 genes de los hombres y los 31 genes de las mujeres, excepto uno, estaban activos en el ganglio de la raíz dorsal, un grupo de nervios de la médula espinal que transmiten las señales de dolor del cuerpo al cerebro.
Los nuevos resultados respaldan los trabajos anteriores de los investigadores, que demuestran que el dolor crónico se origina en gran medida en el cerebro y, en menor medida, en los lugares en los que se experimenta el dolor.
El estudio también sugiere que las diferencias de sexo en el dolor crónico tienen probablemente, al menos en parte, una base genética. Los autores afirman que la investigación sobre el dolor crónico, y potencialmente sobre otras afecciones complejas, probablemente se beneficiará de enfoques que tengan en cuenta el sexo. En general, estos hallazgos contribuyen a nuestra comprensión del dolor crónico y pueden servir de base para el desarrollo de nuevas terapias para esta enfermedad tan difícil de tratar.
"Nuestro estudio pone de relieve la importancia de considerar el sexo como una variable biológica y muestra sutiles pero interesantes diferencias sexuales en la genética del dolor crónico", explica Keira Johnston, autora del estudio.