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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Tener el control no es lo mismo que ser controlador

En nuestro trajinar por la vida hay tér­minos y conceptos que a veces con­fundimos. Un ejemplo que llama mi atención es la gran diferencia que existe entre tener el control y ser con­trolador. Esta confusión se da en todos los escena­rios: hijos, pareja, trabajo… Desde mi punto de vista, tal vez errado, el primero nos dice que en la confianza que le damos al otro es que está el pleno control. Este hará las cosas bien y afianzará su cre­dibilidad en lo que hace. El segundo es cuando hay ausencia de esa confianza y terminamos queriendo hacer nosotros lo que le corresponde al otro.

Confianza y rendimiento

En asuntos familiares, específicamente con los hi­jos, nos damos cuenta que cuando le damos ese vo­to de confianza, no habrá la necesidad de que se sientan controlados, pero sí notamos que tenemos el control de lo que hacen. Vemos que sus tareas es­tán al día, que sus salidas son hacia donde dicen que van, que su comportamiento es el adecuado, y que el compromiso es asumido sin tener que poner retrancas. Si se sienten controlados, el efecto pue­de terminar en una rebeldía que atente contra la paz familiar.

Relación saludable

Una de las acciones que peor resultado arroja en una relación de pareja es mostrarle al otro que se le quiere controlar. Como si viviéramos en una ciu­dad fabulosa, podemos darnos cuenta que cuando conseguimos creer uno en el otro es posible tener el control de nuestra relación. Contrario sucede cuan­do mostramos que somos controladores, que todo lo queremos saber, que cada paso debe estar regis­trado. La consecuencia de esto es sencillamente un “descontrol incontrolable” que puede poner en ja­que cualquier relación por mucho amor que haya.

Trabajar con libertad

En los puestos de trabajo también suele confundir­se lo que es tener el control con lo que significa ser controlador. Cuando se tiene el control es cuando por la confianza depositada por su superior todos responden a sus ocupaciones, cada quién hace lo suyo, está dispuesto ayudar a su compañero y no tiene horas para hacer lo que haya que hacer y que todo quede bien. Ayyy, pero si lo que se observa es a un controlador, las cosas no salen tan bien. Aquí el superior quiere que todo se haga cómo y cuán­do dice deben realizarse. Quiere saber cómo cada quien hace sus tareas y cree que sólo él sabe hacer­las correctamente. El resultado de esto siempre se­rá un personal desmotivado, de bajo rendimiento, atemorizado y poco cooperador. Tratemos de con­fundir el gimnasio con la magnesia para que poda­mos lograr un buen equilibrio en nuestra vida.

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