Ataque de pánico: la sensación de perder la cordura o morir
Una de las sensaciones más desesperantes que un paciente puede referir es un ataque de pánico. El estar atrapado en su propio cuerpo, dificultad para respirar, perdida de percepción del tiempo y la sensación de estar a punto de morir o perder la cordura.
Su efecto es tan opresor, que puede ser confundido con un infarto o un ACV y la marca psicológica tan duradera que el miedo a la reexperimentación puede ser suficiente para limitar la calidad de vida de quienes lo han experimentado.
Neurobiológicamente encontramos una reacción fisiológica exagerada del organismo frente a la percepción de peligro. La misma inicia en la amígdala, región cerebral asociada con el procesamiento del miedo. Cuando esta percibe peligro, estimula el sistema nervioso simpático, que lleva a la liberación de adrenalina. La adrenalina genera un aumento en el pulso cardíaco y respiración para que la sangre y el oxígeno lleguen a músculos de brazos y piernas. De igual manera aumenta el flujo de oxígeno al cerebro, para hacerlo más alerta.
Al momento de un ataque de pánico, esta respuesta se exacerba más allá de lo que sería útil en una situación real de peligro. Esto produce taquicardia e hiperventilación. Secundario a los cambios en el torrente sanguíneo se registrarán mareos y entumecimiento en manos y pies.
Su pico se presenta al cabo de 10 a 20 minutos (Algunos síntomas pueden extenderse hasta una hora). Es en este punto que la corteza prefrontal releva a la amígdala y estimula el sistema nervioso parasimpático lo que desencadena la producción de la hormona acetilcolina la cual disminuye el ritmo cardíaco y gradualmente detiene el ataque de pánico.
Estos pueden ser parte de los trastornos de la ansiedad como el TEPT, el trastorno de ansiedad social, el TOC y el trastorno de ansiedad generalizada. Los principales tratamientos son los antidepresivos conocidos como Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), Benzodiazepinas y la terapia cognitiva conductual o TCC.
Si lo has experimentado debes de recordar que el miedo no puede lastimarte. Buscar ayuda profesional es esencial para su manejo adecuado sabiendo que al hacerlo diste el primer paso hacia su prevención.