San Francisco: Monasterio, manicomio, hogar…
¿Adónde habrán ido a parar los restos de Ojeda?’, pregunto a mi hijo Alexis cuando, tras caminar haciendo equilibrio sobre piedras sueltas, subo los peldaños que conducen a la entrada de las ruinas de San Francisco. Es que a través de las rejas que impiden el paso, cual una boca abierta se ve sobre el suelo una fosa vacía. Era del conquistador Alonso de Ojeda. Alexis, como yo, se hace la interrogante. Tres días después, Reynaldo Logroño Alsace, como si me hubiese escuchado, comenta tal hecho en Protectores de Nuestro Patrimonio Histórico, en FB.
Tal parece que por más de cien años Venezuela solicitaba le fueran trasladados los restos, a lo cual se negaba el gobierno dominicano. Terminada la revolución de 1965, el sacerdote español Fernando Campo del Pozo se llevó en forma clandestina los restos hacia dicho país. El hecho, dice Logroño, fue narrado por Héctor Minaya en el diario El Nacional (16 de febrero 2016).
Manicomio y hogar
Estas ruinas pertenecen al conjunto de convento, iglesia y capilla de la Orden Terciaria, cuyas estructuras fueron afectadas por terremotos y ciclones. Del convento se conserva la fachada con el cordón franciscano en relieve. En 1881, el padre Billini fundó aquí una casa de salud y un asilo de dementes. Pese a haberse en parte desplomado, a mitad del siglo XX fue el hogar de pintores, refugiados de la Guerra Civil Española. En los 1990s era local de la sociedad Jaycee´s Dominicana.
Mirando hacia el sur, restos del templo con su portal renacentista. Iniciada su construcción en el siglo XVI, se terminó 100 años después, siendo reconstruido en el siglo XVIII. Al marcharse los frailes quedó abandonado. La leyenda cuenta que, en 1805, sobre su techo se montaron cañones para defender la ciudad de los haitianos, mientras que en 1809 quienes los colocaron fueron los franceses para dominar la ciudad.
La Capilla de la Orden Terciaria, conocida también como Capilla de Garay y Capilla de María de Toledo, se extiende entre la iglesia y el claustro del convento. Por su ubicación estratégica, según cita María Ugarte en su libro Iglesias, Capillas y Ermitas Coloniales, hizo que en varias ocasiones la Real Audiencia solicitara a la Corona convertir la iglesia en fortaleza. Tal proyecto no llegó a realizarse.