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Microplásticos: otro enemigo que avanza

La contaminación por plásticos ha sido uno de los temas ambientales más agotados y estudiados en las últimas décadas, porque estos productos pueden tardar hasta 1000 años en descomponerse y liberan sustancias potencialmente tóxicas al suelo y el agua. Ahora las advertencias se concentran en la proliferación de microplásticos, partículas de menos de cinco milímetros que están alterando la salud de las personas y los animales con su entrada a la cadena alimenticia.

Provienen de diferentes fuentes y pueden ser primarios y secundarios, explica la ONU. “Los primarios son aquellos que se fabrican intencionalmente con cierto tamaño, tales como los granulados, los polvos y los abrasivos domésticos e industriales que se utilizan en cosméticos y productos para el cuidado personal, así como en textiles y prendas de vestir, entre otros. La segunda categoría abarca aquellas partículas que proceden de la degradación de materiales más grandes, como bolsas, y de las emisiones durante el transporte terrestre, especialmente la abrasión de los neumáticos de automóviles en uso”. ¿Cuál es el problema? Que los microplásticos contienen una mezcla de productos químicos añadidos durante su fabricación que pueden filtrarse en el ambiente, dice la ONU. Y que estas partículas, además, absorben eficazmente sustancias tóxicas presentes en el medio marino como los contaminantes orgánicos persistentes. “Más de 220 especies diferentes ingieren desechos microplásticos en condiciones naturales, muchas de ellas consumidas por humanos, como mejillones, ostras, almejas y camarones”, señala el organismo luego de que un grupo de expertos evaluara el impacto potencial de los microplásticos y los contaminantes asociados sobre la salud de los consumidores, y las implicaciones ecológicas para los organismos acuáticos.

EN TIERRA

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) se hace eco de investigadores en Alemania que “advierten que el impacto de los microplásticos en los suelos, los sedimentos y el agua dulce podría tener un efecto negativo a largo plazo en los ecosistemas”. Y señala que estos científicos estiman que la contaminación terrestre por microplásticos es entre 4 y 23 veces mayor que la océanica, dependiendo del sitio de comparación. “El estudio estima que un tercio de todos los residuos plásticos termina en suelos o agua dulce. La mayor parte de este plástico se desintegra en partículas de menos de cinco milímetros, conocidas como microplásticos, y estas se descomponen aun más hasta llegar a ser nanopartículas (menos de 0.1 micrómetros de tamaño). El problema es que estas piezas microscópicas están entrando en la cadena alimenticia”. Señala que el plástico clorado puede liberar sustancias químicas nocivas en el suelo que luego pueden filtrarse a las aguas subterráneas u otras fuentes de agua circundantes, y por ende a los ecosistemas, lo que puede causar un rango de efectos potencialmente dañinos en las especies que beben el agua. “En términos generales, cuando las partículas de plástico se descomponen, obtienen nuevas propiedades físicas y químicas, lo que aumenta el riesgo de que tengan un efecto tóxico en los organismos. Y cuanto mayor sea el número de especies y funciones ecológicas potencialmente afectadas, mayor será la probabilidad de que se produzcan reacciones tóxicas”. Añade que los efectos químicos son especialmente problemáticos en la etapa de descomposición. “Los aditivos como los ftalatos y el bisfenol A (ampliamente conocido como BPA) se liberan de las partículas de plástico. Estos aditivos son conocidos por sus efectos hormonales y pueden alterar el sistema hormonal de vertebrados e invertebrados por igual. Además, las partículas de tamaño nanométrico pueden causar inflamación, atravesar barreras celulares e incluso atravesar membranas altamente selectivas, como la barrera hematoencefálica o la placentaria. Dentro de la célula, pueden desencadenar cambios en la expresión de los genes y reacciones bioquímicas, entre otras cosas”.

ALERTA

Según documenta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la publicación “Los microplásticos en los sectores de pesca y acuicultura”, se ha encontrado microplásticos en diversos alimentos consumidos por seres humanos (como cerveza, miel y sal de mesa). “Sin embargo, la mayoría de los estudios científicos existentes tratan de su presencia en mariscos, convirtiéndolos en la fuente mejor conocida de microplásticos a los cuales se expone el ser humano.

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