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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Cuestión de conciencia

Siento una gran tristeza cada vez que veo que son inútiles los esfuerzos que hacen las autoridades competentes para cuidarnos de la propagación del Covid. Me duele el corazón al observar la inconciencia de quienes le han perdido el respeto al coronavirus y creen que con no mostrarle temor tienen blindada su salud. Lo peor es que no se detienen a pensar en que hay quienes sí tienen miedo, sí quieren su vida y la de los suyos y, sobre todo, se acogen a las medidas impuestas por Salud Pública.

Para no amargarme Viendo este panorama, no me ha quedado otra opción que viajar a una ciudad fabulosa donde la gente sea más consciente y respetuosa de las reglas. Desde lejos, porque no me dejaron entrar para no poner en peligro a su gente, observé con optimismo y me hizo feliz ver cómo el respeto ha dado el mejor de los resultados en este lugar. Fue suficiente con imponer una cuarentena de 15 días para frenar la expansión del virus. La colaboración de la ciudadanía protagonizó el éxito de las medidas para evitar la propagación del virus.

No hubo necesidad Aunque se hacían las gestiones para la vacuna, la cooperación de la gente disminuyó el apuro por contar con este recurso médico para prevenir la expansión del Covid. Precisamente por acatar las disposiciones sanitarias es que hoy no tienen ese dilema si me vacuno o no, si son efectivas o no. Allí no necesitan de la vacuna porque escogieron la mejor opción: ser prudentes, educados y conscientes. Con este trípode del bienestar han podido blindarse y, proteger a sus semejantes como un acto de amor y de fe. Otra acción positiva que desde lejos pude advertir, fue la gran confianza en el Señor que tienen de que pronto renacerán para dar testimonio de que cuando se dejan llevar por el camino correcto de la vida, todo es más fácil y exitoso.

Triste realidad Tuve que regresar porque el cuidado en aquella ciudad fabulosa es extremo, y los forasteros como yo, procedente de un lugar de tanto desacato a la autoridad, no pueden penetrar a su terrero y mucho menos durar un gran tiempo. Así que, volví a mi triste realidad, solo agarrada de Dios para que nos ayude a salir airosos de esta situación que aterra a quienes sí tememos, sí nos duele lo que le podríamos provocar a otros, y más que todo, nos conmueve la pérdida de tantas vidas. Pido al Señor que nos regala de año nuevo un poco de conciencia para poder tener un feliz 2021.

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