LETRAS

Clarice Lispector: Una biblioteca de secretos

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Naiara Galerraga GortázarRío De Janeiro, Brasil

Las manos enguantadas de la bibliotecaria extraen con delicadeza la página de la carpeta que ha sacado de una caja. Son en realidad varios trocitos de papel pegados entre sí con cola y cinta adhesiva amarillenta. La palabra FIN, en mayúsculas, destaca en medio de unos párrafos y frases sueltas garabateados a bolígrafo. Así, como un collage, nacían las obras de Clarice Lispector (1920- 1977), la escritora brasileña más original, más traducida y de las más importantes en el siglo XX.

Acostumbraba a anotar ideas que le brotaban, sensaciones o frases perturbadoras, apuntes literarios que entremezclaba con tareas prosaicas como telefonear a fulano, adelgazar o comprar flores, solo cuando aquellas palabras estaban maduras, mecanografiaba el texto. Siempre con la máquina de escribir asentada en el regazo. La página encolada pertenece al manuscrito de su obra póstuma, Un soplo de vida; es parte de su biblioteca, que conserva el Instituto Moreira Salles (IMS) de Río de Janeiro, una pequeña ventana al método de creación de una novelista, cuentista y traductora que el próximo 10 de diciembre cumpliría 100 años.

Lispector publicó a los 22 años su primera novela, Cerca del corazón salvaje, que le brindó un premio aunque desconcertó a la crítica. Aquella tirada se agotó, pero su fama de autora de difícil lectura fue un lastre durante años. Para ella era evidente que era un problema de piel, no de cerebro. “No se trata de inteligencia, sino de sentimientos, de entrar en contacto”, recalcó en televisión durante su última entrevista, meses antes de morir de cáncer de ovarios la víspera de cumplir 57 años. “Parece que gano con la relectura. Es un alivio”.

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