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Procesos de duelo: Cómo la sociedad los invalida

Algunas personas hacen que el doliente perciba que lo que siente no es válido o no puede ser expresado

Perla Navarro Vásquez

Perla Navarro Vásquez

Muchas personas están familiarizadas con el concepto de duelo. Entienden que es un proceso de dolor que la persona tiene que atravesar para adaptarse luego de una pérdida. A pesar de reconocerlo como un proceso normal, muchas de las maneras en que la sociedad reacciona cuando alguien ha sufrido una pérdida representan un impedimento para que la persona pueda vivir su duelo de forma saludable. Hacen que la persona que está pasando por ese proceso perciba que lo que siente no es válido o no puede ser expresado.

A veces, cargados de buenas intenciones animan a la persona a que se recupere, a que eche para adelante y siga su vida de forma express. Otras veces, se le impide expresar sus emociones de la manera que necesita, obligándoles a hacerlo de la forma “correcta”.

Incluso la sociedad va más allá, invalidando que haya un duelo en absoluto en ciertas ocasiones. Muchas personas solo reconocen que el duelo ocurre tras la muerte de un ser querido, cuando en realidad hay un duelo en cada pérdida que experimentamos: la pérdida de una relación de pareja, del empleo, de una mascota, de nuestra salud física, tras la migración a otro país o ciudad, o cualquier otra cosa que haya sido importante para la persona. Sucede que cuando la persona está expresando su dolor tras una de estas pérdidas, recibe rechazo de su entorno, bajo la premisa de que es una “exageración” ya que no es algo tan grande como que se muera alguien a quien amas. Es como si no tuvieran derecho a sufrir la partida de eso que era importante.

La realidad es que los procesos de duelo son diferentes para cada persona. Lo que determina que haya un duelo y cómo ocurre este no es la valoración que le da la sociedad a lo que se ha perdido, sino cómo era la relación del doliente con aquello que ahora ya no está para él o para ella, entre otros factores individuales.

El camino

Al igual que las heridas físicas, la pérdida como herida emocional necesita cicatrizar a su propio paso completando algunos procesos necesarios. Cada quien encuentra la forma de atravesar ese camino, terriblemente difícil. No hay una medicina o un antídoto que sirva a todo el mundo. Y aunque para algunas personas esto puede convertirse en algo complicado y que requiere mayor atención, lo cierto es que en la medida en que vemos que se vale sentir dolor, así mismo veremos que se vale buscar ayuda.

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Perla Navarro Vásquez, MA

Psicóloga, especialista en crisis y trauma

Grupo Profesional Psicológicamente

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