Salud

Vías para enfrentar la bipolaridad en tiempos de Covid-19

Lic. Laura Rivas – Terapeuta Familiar y de parejas Grupo Profesional Psicológicamente.

La bipolaridad es una enfer­medad mental crónica que re­quiere una com­binación de medicación apropiada y manejo tera­péutico. A pesar del diag­nóstico, muchas personas –incluyéndome- hemos lo­grado estabilidad suficien­te para tener vidas produc­tivas y felices.

Para lograrlo, usualmen­te, monitoreamos nuestras conductas como baróme­tros para medir esa estabi­lidad. Pero el Covid-19 ha cambiado nuestros com­portamientos y hemos per­dido la brújula.

Por ende, no diría que las personas con bipolaridad estamos peor en tiempos de cuarentena; diría que hay confusión porque lo que siempre ha sido, de pronto, ya no es.

El primer cambio ha si­do la interrupción de las rutinas por el paso hacia la virtualidad. De pronto es­tamos en casa, vestidos de pijama y tirados en la cama, pero trabajando. Es como si la depresión nos hiciera una visita con expectativas de productividad. Además, el distanciamiento forzoso ha disminuido la felicidad que trae consigo estar con los demás.

La virtualidad en sí nos llevó a la soledad como se­gundo cambio. Atrapados, como cuando nos alejamos por sentirnos tristes, pe­ro esta vez por imposición; más allá de nuestro bien­estar emocional. Así que, sin ser expertos en zoom, hemos buscado vías pa­ra mantenernos cerca en la distancia.

Por otra parte, el tercer cambio ha sido la incerti­dumbre generalizada. La pandemia desató un torna­do que se llevó el ingreso de muchas personas; y, con ello, el acceso a su medicación y apoyo terapéutico. Tuvimos que comenzar a producir nuevas ideas de ingresos. Sin embargo, en las personas con bipolaridad las ideas geniales suelen ser un evento que pre­cede la manía.

¿Cómo confiar en nuestra capacidad creativa y más si la medicación ha cesado?... Todo ha cambiado y es con­fuso delimitar cuándo la ma­nía o depresión se hacen pre­sentes en este contexto. Por eso, para aquellos con bipo­laridad es importante medir su propio estado emocional, para evitar posibles recaídas. Otra medida es promover la activación conductual, dado que la virtualidad promueve el sedentarismo. Por último, retomar una rutina por más pequeña que sea para devol­ver estabilidad.