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COSAS DE DIOS

Su casa, en paz

La paz de nuestro hogar la construimos nosotros, con acciones y detalles, desde que empieza el día. Cuando se levante, ore por diez minutos, media hora o una hora. Pero no deje de orar. Haga el Rosario que, después que se acostumbre, sentirá su falta como extraña cepillarse los dientes. En mi caso, ese momento para orar cambia mi perspectiva del día y mi actitud frente a los demás.

Negocie la paz Soy perfeccionista y nadie encuentra más motivos para pelear que alguien que aspira a que todo sea perfecto. Pero si peleamos con los hijos, la muchacha del servicio y el perro, de repente, vivimos en un campo de batalla, no en un hogar. Por suerte, incluso en los campos de batalla, se puede negociar la paz. Hágalo siempre que sea necesario.

Ni cobradores ni reguero Para vivir en paz, también, compre lo que pueda tener. Nada vale que a la puerta de su casa esté llamando un cobrador. La tranquilidad se construye, también, con el orden y la limpieza. Guarde o repare lo roto. Utilice lo bello: plantas, color y las fotos de las personas que ama. No hablo de lujos, sino de cosas que descansan el espíritu y nos hacen sentir contentos.

Luz y música Ame la luz, que el sol penetre y lo ilumine todo. Derrame en su casa agua bendita, queme incienso y deje que las canciones cristianas se escuchen en su hogar para que todo el que tenga que oírlo sepa a quien alaba y a quién le pertenece. Que la cruz de Jesús presida su sala y no abra la puerta de su hogar a personas solo por ostentar. Su casa es un templo, que allá solo entren los que le visitarían, por igual, si viviera en una choza o en un palacio.

Dolor y guerra De vez en cuando, siéntese en su sillón favorito, disfrute el silencio, y bendiga ese refugio que Dios le ha regalado como hogar, tan necesario en medio de este mundo, con tanto dolor, que parece desbastado por una guerra.

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