FÁBULAS EN ALTA VOZ
Juan Bobo y Pedro Animal
No hay que tener una edad de los segundos ‘tas’ en adelante para, al menos haber escuchado en este país hablar sobre Juan Bobo y Pedro Animal. Confieso que hace años que no escuchaba hablar de estos dos personajes de cuentos infantiles. Bastó con que Maritza, una amiga, los mencionara hace unos días, para que yo me trasladara a una ciudad fabulosa donde los abuelos compartían con sus nietos contándoles historias sanas y divertidas. Hoy no hay mucho qué contar
Muy ocurrente Cuando Maritza, en presencia de Deborah y de Francis salió con esta ocurrencia no pude contener la risa, pero entre carcajadas, llegó a mi mente la nostalgia que, sin ser invitada invadió mi quietud. Me subí al tren de los recuerdos y llegué a La Sabina, Constanza, a esa casa cálida y repleta de gente. Estaban mis hermanos y otros vecinos que llegaban a escuchar a mi abuelo Andrés hacer cuentos interminables que iban construyendo historias imborrables.
Aún en nuestra mente El cuento de Juan Bobo y Pedro Animal no podía faltar. Las “bobadas” y “animaladas” que hacían estos personajes eran capaces de arrancar estruendosas carcajadas. Había momentos en que papá Andrés, como le llamábamos, lo contaba una y otra vez, y siempre con el mismo amor. Él se deleitaba haciéndolo y nosotros riendo sin parar. Era como estar en un paraíso fabuloso donde solo existíamos nosotros, él y esos personajes a los que dábamos vida en nuestra mente. Nos íbamos a la cama relajados, no conocíamos lo que es el insomnio y, mucho menos, lo que es levantarse aburrido.
El tiempo y la tecnología Son solo recuerdos los que quedan de aquellos momentos bonitos en los que, al menos mis hermanos y yo, prácticamente, imitábamos a Juan Bobo, porque nos quedábamos ‘embobados’ prestando atención a nuestro abuelo cuando nos hacía estos cuentos con esmero, con gracia y dedicando todo el tiempo del mundo con tal de mantenernos en el embeleso con estas historias que hoy Maritza ha despertado en mí llevando también a reflexionar sobre cuánta influencia han tenido estas figuras ficticias en nosotros porque, qué bobos hemos sido por dejar diluir tan maravillosas vivencias, dando paso a un mundo virtual sin contacto, sin calidez y lo peor, sin emociones. Hoy más que nunca la humanidad necesidad de personajes que nos hagan reír, no de líderes de poder que nos traten con “bobos” y crean que están bregando con animales.