DOCENCIA
Maestros particulares: En auge debido al Covid-19
¿Cómo saber si el alumno las necesita? Merecen atención especial las situaciones de exceso: alumnos inquietos, nerviosos o agresivos; o defecto: alumnos tímidos, inseguros, aislados, rechazados o infelices, explican dos autores.
Los cambios en las jornadas escolares provocadas por la pandemia del coronavirus han disparado la solicitud de maestros particulares. Los padres, por temor a que los hijos se atrasen en los contenidos de las asignaturas o pierdan el año, prefieren pagar clases privadas.
Pero no se precipite. Si su pequeño siempre ha sido buen estudiante, no es necesario llegar a esta decisión solo por lo atípico del año escolar.
De hecho, hace dos décadas, en el informe “La educación para todos, 2000-2015: logros y desafíos”, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) alertaba de que las clases particulares estaban proliferando en todo el mundo y cómo estas estaban vinculadas a las actividades de generación de ingresos de los docentes que desean complementar sus bajos salarios.
Y advertía, además, de las desventajas de optar por esta práctica.
“Las clases complementarias pueden alterar la dinámica de la enseñanza y el aprendizaje, provocar la distorsión de la enseñanza de las asignaturas del plan de estudios y agudizar las desigualdades en los resultados obtenidos por los alumnos”, indica el documento, disponible en línea.
Incluso pueden fomentar el absentismo, sigue la Unesco.
“Eso puede ser verdad –dice la madre Aurora Arias, consultada por Listín Diario-. Pero no le veo nada de malo en que mi hija de nueve años, que ahora está cursando el cuarto de primaria y que está floja en Matemáticas porque su profesora me lo dijo, tome clases privadas en las tardes para mejorar”.
Es esto lo que están haciendo muchos padres, madres y tutores.
Ahora bien, ¿cómo saber si realmente el pequeño necesita la asistencia de un maestro particular?
“Es una decisión que deben tomar los padres y docentes en conjunto, de manera que el maestro sepa que el alumno tomará clases adicionales, de esta forma se asegura de que el contenido que le ofrece el maestro particular va acorde con el programa escolar”, explica la educadora Daniela González.
Esto generalmente ocurre cuando el alumno presenta problemas de conducta o cuando hay sobrepoblación en un aula, situación que imposibilita que el maestro le brinde a cada alumno la atención requerida de acuerdo a sus necesidades, provocando problemas confirmados de aprendizaje.
Las clases de este año se están impartiendo en colegios privados de manera virtual y de igual manera se impartirán a partir del 2 de noviembre en las escuelas del sector público.
Si ya tomó la decisión
Casi siempre las asignaturas que requieren de la participación de maestros particulares son las relacionadas con matemáticas y son más frecuentes en los niveles intermedio y el bachillerato porque los alumnos consideran que las clases son más difíciles, comenta González.
En esos casos y sin importar el grado, la asistencia de un maestro particular funciona como lo haría un tutor en un colegio o escuela: ocupándose de manera especial, como dicen Jesús Ramírez y Luis Lago en “Guía práctica del profesor-tutor” (ed. Narcea), de alumnos con deficiencias cognitivas o conductas problemáticas.
Merecen atención especial, por ejemplo, lo que estos autores consideran exceso: alumnos inquietos, nerviosos o agresivos; o defecto: alumnos tímidos, inseguros, aislados, rechazados o infelices.
“Es importante reconocer si realmente el niño o niña necesita de estas clases, porque también ocurre que hay maestros que no imparten bien la docencia para luego ofrecerles a los padres tutoría”, advierte González.
Sobre esto, la Unesco alerta: “Cuando los docentes imparten clases particulares a sus propios alumnos, los que más sufren son los alumnos más pobres porque sus familias no pueden permitirse recurrir a esa ayuda y porque su profesor suele dedicar menos tiempo en el aula al plan de estudios previsto”. (Unesco. Enseñanza y aprendizaje: lograr la calidad para todos; informe de seguimiento de la EPT en el mundo, 2013- 2014).
Agrega el organismo internacional: “En algunos casos, la causa principal de ello es la baja remuneración de los docentes, por lo que la mejora de los sueldos de los profesores es una manera de contribuir a resolver este problema (…). La prohibición completa de las clases particulares impartidas por los docentes puede resultar difícil de imponer, pero por lo menos no se debería permitir que los docentes den clases privadas a alumnos a los que ya imparten enseñanza en el aula”.
¿Qué sí apoya la Unesco?
Fomentar las evaluaciones en las aulas para ayudar a los docentes a reconocer cuáles son los alumnos que corren el riesgo de no aprender y prestarles apoyo, aconsejan en el mismo informe.
“Los alumnos pueden hacer progresos considerables si se les brindan oportunidades de supervisar su propio aprendizaje. Se debe dotar a los docentes de competencias para ayudar a los alumnos a evaluar y supervisar sus propios progresos. El apoyo complementario especial gracias a auxiliares de educación capacitados o voluntarios de la comunidad es otro modo de mejorar el aprendizaje de los alumnos que corren el riesgo de quedar rezagados con respecto a los demás”.
RECOMENDACIONES Preparación.
Los padres deben optar por docentes profesionales. Las personas con vocación docente pero sin preparación académica pueden representar un apoyo, pero no necesariamente cuentan con las herramientas para lidiar con situaciones que requieren de la experiencia pedagógica.
“A muchos futuros maestros les recomiendan dar clases particulares primero para ver si realmente tienen la vocación de lidiar con diferentes personalidades y situaciones relacionadas con la enseñanza”, explica González.
Tiempo.
Las clases privadas no tienen por qué durar un año escolar, comenta la profesora de niños especiales, pues a veces basta con trabajar metas específicas hasta que el pequeño logre dominar el tema en el que está flojo.