Ciudad Colonial: Los campanarios eran tocados
‘Apenas hay cristiano que no se encomiende a Dios cuando comienzan los repiques’.
En mis viajes por estos mundos del Señor, una de mis alegrías es escuchar el repicar de las campanas de un templo. Inmersa en tal recuerdo, con mi hijo Alexis camino por la Ciudad Colonial de Santo Domingo pensando, empero, cuán distinto reaccionaban los vecinos de la época colonial, según un escrito de mi madre, María Ugarte (qepd), en su libro Estampas Coloniales.
Es que en el siglo XVIII, en esta zona encerrada en algo más de un kilómetro cuadrado entre murallas, había trece campanarios. Y en ese entonces todos sonaban a la vez. Mientras Alexis toma la foto para este artículo en el Listín, echo la fantasía a rodar. ¿Fascinados por el ritmo o exasperados por el ruido?
Repiques prolongados Según parece, los campaneros de la ciudad eran muy aficionados a repicar las campanas. Lo cuenta Fray Cipriano de Utrera (1886-1958) en su obrita La Inmaculada Concepción (1946). En ella critica la permisividad de algunos rectores de iglesias. ‘que consienten, por no decir fomentan, que cuatro monigotes que suelen desvergonzarse cuando se les requiere, cada día se cojan a las cuerdas de las campanas y repiquen tan desaforada, destemplada y prolongadamente que apenas hay cristiano que no se encomiende a Dios cuando comienzan los repiques, cualquiera sea el día para tales tocadas’. Aun así, el propio Utrera reconoce que los campaneros no infringían ninguna regulación. ‘El campaneo era loco aún dentro de lo legal’.
Una hora tañendo Calificar de loco el campaneo tiene una razón de ser: aparte de los toques diarios regulares, entre ellos el llamado a Misa, había fechas en que aumentaban en extremo. Un ejemplo: conforme a una constitución sinodal, desde el primer día de marzo hasta el fin de agosto se tañía una hora entera, desde las seis hasta las siete de la mañana. La primera media hora se tañía la campana grande ‘como se suele tañer’, mientras la otra media hora se daban ‘los tres signos como se suelen dar’.
Los trece campanarios… Los campanarios que había en la ciudad colonial pertenecían a la Catedral, los monasterios de San Francisco, Santo Domingo y Las Mercedes, el convento y la iglesia de la compañía de Jesús, los monasterios de monjas Santa Clara y Regina Angelorum, la parroquia de Santa Bárbara, las capillas de los Remedios y San Antón, los templos de los hospitales de San Nicolás y San Andrés y la iglesia de Nuestra Señora del Carmen.