FÁBULAS EN ALTA VOZ
¡Cuidado con la pena!
A veces, en el caminar de nuestra vida nos topamos de frente con gente o con situaciones que nos apenan. A mí, de manera particular me da mucha pena ver a alguien con hambre, ver a un niño descalzo, a un anciano desprotegido… Y, si me pongo a enumerar, no tendrán tiempo de leer la lista. Sin embargo, muchas de las cosas que me apenan son las que me han ido enseñando que hay que tener mucho cuidado con este tema tan sensible. Algunos casos merecen nuestra compasión, pero otros, realmente, “no valen la pena”.
Cuando sí y cuando no Hay niños, jóvenes, adultos y envejecientes a los que les ha tocado librar una lucha fuerte en la vida y, como tal, merecen de nuestro apoyo. Para citar dos casos, escojo el de infantes que comenzando a vivir ya han perdido a sus padres o vienen habitar en un mundo que anida mucha desigualdad. En el otro extremo, están las personas de la tercera edad que luego de agotar todas sus fuerzas para levantar a sus hijos, mueren en abandono.
Lección de vida Lo antes dicho, es real, y sé que usted, me da la razón. Ahora bien, hay ocasiones en las que se nos arruga el corazón y nos ahora la tristeza por personas que detrás guardan una historia que es la responsable de sus miserias. Vemos un señor que pide en la calle, que pasa hambre, que convive con la inclemencia del tiempo…, pero por cosas de la vida, alguien nos hace saber que nunca le prestó atención a sus hijos, que maltrató a su esposa, que no fue un buen hijo y, en fin, que lo que está pasando es el resultado de su proceder.
Sin perder la sensibilidad No es que porque existe esta gran verdad vamos a dejar de condolernos con el prójimo, pero sí debemos tener mucho cuidado con la pena, pues puede que estemos desperdiciando nuestra atención en alguien que está recogiendo los frutos podridos de las plantas dañadas que sembró. Recordemos que en la ciudad fabulosa donde se cumple a cabalidad la misión que nos toca según nuestras actitudes, hasta las penurias se deben atravesar para que cobre sentido que debemos pagar en vida todo lo que hacemos mal. No perdamos la sensibilidad, pero sí es importante que tengamos cuidado a la hora de tenerle pena a alguien. Cada quien debe pagar la factura que consumió para que tenga lógica la frase: “Los buenos irán al descanso eterno, y los malos al fuego del infierno”.