CIENCIA

Dominicanos secuenciando genomas: ¿Cómo Unibe logró el milagro?

LA ACADEMIA HA CREADO, EN LOS ÚLTIMOS OCHO AÑOS, UN SISTEMA DE INVESTIGACIÓN COMPETITIVO PARA GENERAR CIENCIA DE ALTA CALIDAD

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Aída Mencía Ripley *Santo Domingo, RD

Mucho se ha escrito en medios académicos sobre la movilidad universitaria para fines de investigación, la que suele realizarse en contextos de salud o educación e históricamente ha tenido sus vicisitudes, la mayoría relacionadas a un sinnúmero de prejuicios coloniales que incluyen, pero no se limitan, a la percepción de que en países en vías de desarrollo no hay científicos, equipos, laboratorios o regulaciones para la actividad investigativa de alta calidad. En este sentido, la movilidad se ha enfocado en implementar soluciones probadas en otros países en contextos de desarrollo o en el uso de poblaciones locales para tomas de muestras de enfermedades para luego generar conocimientos sobre una enfermedad. Los locales en raras ocasiones resultan beneficiados por los conocimientos que su material biológico ha ayudado a generar.

Es corriente actual ver un mea culpa en artículos provenientes de países postindustrializados sobre sus antiguos proyectos en el exterior que ignoraban las necesidades locales y obtenían consentimientos informados cuestionables. Ha surgido una nomenclatura para identificar estas prácticas como investigador mosquito (porque toma sangre y sale volando), consultor paracaídas, entre otras. A la vez, nuevas guías y procedimientos para investigación ética internacional han surgido.

Algo que ignora esta literatura es el rol de instituciones locales en este drama. Porque si bien el colonialismo científico nos ha hecho daño, nosotros lo hemos permitido. Y esta admisión es precisamente lo que ha permitido a la Universidad Iberoamericana (Unibe) en los últimos ocho años crear un sistema de investigación competitivo con todas las capacidades de generar ciencia de alta calidad. La admisión implica un proceso de decolonización de nuestro pensar para hacer un análisis crítico y complejo de las iniquidades estructurales que limitaban la ciencia dominicana de calidad, acompañada de un plan estratégico para lograr subsanar las brechas donde las acciones nos competían a nosotros.

Esto implicó estrategias paralelas para obtener equipos a través de donaciones, contratar investigadores dominicanos con la formación necesaria para la actividad científica y crear el andamiaje institucional para apoyar la investigación bajo condiciones de equidad. Este reconocimiento del valor de nuestro pensar y nuestras contribuciones a la ciencia obligatoriamente generaron el celo necesario para proteger lo nuestro. En este sentido, políticas de propiedad intelectual y las subsecuentes discusiones incómodas con pares internacionales fueron necesarias para protegerla.

A la vez, creamos el andamiaje ético y riguroso que regiría esta actividad científica. Su rigor fue a veces considerando necio, irónicamente por nuestros propios pares, pero son necesarios para proteger al participante local, especialmente a nuestras comunidades más vulnerables. Implicó tiempo extra, fines de semanas y días feriados sin descanso en levantamientos de campo con nuestros estudiantes. Esto ha asegurado una sinergia fundamental con nuestras comunidades que se benefician de nuestra ciencia y para nuestros estudiantes que se forman en ella. En esencia, una verdadera sinergia de las funciones de la academia que la nueva generación asume como un supuesto cumplido de una prueba estadística o constante de una fórmula matemática. Esa nueva generación, no será milagro, sino nuestra cotidianidad.

Fuentes:

Chetwood, J.D., Ladep, N.G. & Taylor-Robinson, S.D. Research partnerships between high and low-income countries: are international partnerships always a good thing?. BMC Med Ethics 16, 36 (2015). https://doi.org/10.1186/s12910-015-0030-z

Tan-Torres Edejer, T. North-South research partnerships: the ethics of carrying out research in developing countries. BMJ 14, 319 (1999). https://doi.org/10.1136/bmj.319.7207.438

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* La doctora Aída Mencía Ripley, Ph.D., es decana de Investigación e Innovación de Unibe