Ciclo peligroso: ¿Sabes cómo identificarlo?
Si has tenido acumulación de tensión, explosión por maltrato, reconciliación y consfusión, puede que estés en él.
Cuando una persona se encuentra en una relación violenta es probable que sea parte de lo que llamamos ‘Ciclo de la Violencia’. Investigaciones realizadas por la especialista Leonor Walker (1979) identificaron diferentes etapas que caracterizan y describen esta relación.
La primera etapa es la ‘acumulación de tensión’, esta retrata los comportamientos en los cuales el agresor se irrita fácilmente o expresa aspectos que le desagrada que su pareja realice, por ejemplo: no me gusta que salgas, ¿Por qué te pones esa ropa? ¿Por qué la comida no está lista? ¿Con quién chateas? Y demás. Esto puede hacer que la víctima sienta impotencia, rabia, incomodidad o tristeza ante tales reclamaciones o imposiciones.
La segunda etapa del ciclo es la ‘explosión’ de la violencia y agresión. Así como una olla de presión encendida con la válvula cerrada, esta persona explota ante cualquier situación. Aquí se evidencian las manifestaciones de violencia más agresivas tales como: golpes, insultos, descalificaciones, minimización, humillaciones, entre otras. Es de esperarse que las victimas puedan sentir miedo, ansiedad, rechazo, tristeza, inseguridad y culpa, ya que este momento genera una vulnerabilidad significativa.
La tercera y última fase: ‘luna de miel’ caracterizada por calma, arrepentimiento y/o reconciliación. El agresor expresa un aparente “cambio” algunos piden perdón, hacen regalos, promesas, buscan sexualmente a la
pareja, hacen chistes etcétera. Además, se encuentra el agresor que puede ignorar el hecho pasado en la explosión, y actúa como que nada ha sucedido e inicia un proceso de aparente calma.
Reacción Ante esta calma la víctima puede sentirse confundida y desorientada, al verse envuelta en este nuevo comportamiento, que propicia que ella pueda sentir esperanza, felicidad e ilusión, y pensar que esta fase será permanente.
Esta calma es solo parte del ciclo, y este volverá a repetirse generando mayor nivel de riesgo, malestar, vulnerabilidad e indefensión. Son muchas las consecuencias de mantenernos en el ciclo, como el deterioro significativo de la salud mental y emocional. Poder salir de él requiere de un proceso de intervención psicológica especializada en temas de violencia. Por lo que es importante buscar la ayuda profesional.