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Ciclo peligroso: ¿Sabes cómo identificarlo?

Si has tenido acumulación de tensión, explosión por maltrato, reconciliación y consfusión, puede que estés en él.

Nadia Ventura M.A. Derecho y Violencia de Género Grupo Profesional Psicológicamente.

Nadia Ventura M.A. Derecho y Violencia de Género Grupo Profesional Psicológicamente.

Cuando una persona se en­cuentra en una relación vio­lenta es proba­ble que sea parte de lo que llamamos ‘Ciclo de la Vio­lencia’. Investigaciones rea­lizadas por la especialista Leonor Walker (1979) iden­tificaron diferentes etapas que caracterizan y descri­ben esta relación.

La primera etapa es la ‘acumulación de tensión’, esta retrata los compor­tamientos en los cuales el agresor se irrita fácilmen­te o expresa aspectos que le desagrada que su pare­ja realice, por ejemplo: no me gusta que salgas, ¿Por qué te pones esa ropa? ¿Por qué la comida no está lista? ¿Con quién chateas? Y de­más. Esto puede hacer que la víctima sienta impoten­cia, rabia, incomodidad o tristeza ante tales reclama­ciones o imposiciones.

La segunda etapa del ci­clo es la ‘explosión’ de la violencia y agresión. Así como una olla de presión encendida con la válvula cerrada, esta persona ex­plota ante cualquier situa­ción. Aquí se evidencian las manifestaciones de vio­lencia más agresivas ta­les como: golpes, insultos, descalificaciones, minimi­zación, humillaciones, en­tre otras. Es de esperarse que las victimas puedan sentir miedo, ansiedad, rechazo, tristeza, insegu­ridad y culpa, ya que este momento genera una vul­nerabilidad significativa.

La tercera y última fa­se: ‘luna de miel’ caracteri­zada por calma, arrepenti­miento y/o reconciliación. El agresor expresa un aparente “cambio” algunos piden per­dón, hacen regalos, prome­sas, buscan sexualmente a la

pareja, hacen chistes etcéte­ra. Además, se encuentra el agresor que puede ignorar el hecho pasado en la explo­sión, y actúa como que nada ha sucedido e inicia un proce­so de aparente calma.

Reacción Ante esta calma la víctima puede sentirse confundida y desorientada, al verse en­vuelta en este nuevo com­portamiento, que propicia que ella pueda sentir espe­ranza, felicidad e ilusión, y pensar que esta fase será permanente.

Esta calma es solo par­te del ciclo, y este volverá a repetirse generando ma­yor nivel de riesgo, males­tar, vulnerabilidad e inde­fensión. Son muchas las consecuencias de mante­nernos en el ciclo, como el deterioro significativo de la salud mental y emo­cional. Poder salir de él re­quiere de un proceso de intervención psicológica especializada en temas de violencia. Por lo que es im­portante buscar la ayuda profesional.

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