La Vida

Ejecutivos y pobres: iguales posibilidades de morir

Las desigualdades, deprivaciones, exclusiones e inequidades provocan estrés crónico desencadenando, ansiedad, ira, depresión y la adopción de conductas poco saludables como el abuso de alcohol, drogas y tabaco.

La calidad en el vestir no es excluyente a la hora del contagio.

ROBERTO FERNÁNDEZ DE CASTROSanto Domingo, RD

Los factores de riesgos han sido establecidos a partir del estudio longitudinal de Fra­minghan, Ma (1949), mediante el análisis de cuatro ge­neraciones de individuos, utili­zando algoritmos de predicción de riesgos multi variables, para generar una probabilidad abso­luta de desarrollar enfermedad o un evento cardiovascular en un período de tiempo deter­minado.

Así tenemos los factores de riesgo no modificables: edad, sexo y antecedentes familiares, y los modificables: tabaquismo, hi­pertensión arterial, hipercoleste­rolemia, diabetes mellitus, obesi­dad y sedentarismo. El “estrés” no ha sido considera­do como un factor independien­te de riesgo cardiovascular por no haber evidencias suficientes, aunque para otros investigadores puede ser considerado como tal. Podremos definir el estrés como una “reacción fisiológica de defen­sa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada, una con­dición ambiental o un estímulo, un modo de reaccionar a un desa­fío”, (Wikipedia). La respuesta al estrés se realiza través de la activa­ción del sistema nervioso simpáti­co que da lugar a una reacción de “lucha o huida”. Puede deberse a una condición positiva “eutrés” o negativa “distrés”, con efectos de malestar o bienestar en un indivi­duo. Puede ser agudo o crónico. El estrés relacionado con el trabajo (laboral) y con el medio social son riesgos psicosociales de interés en una sociedad que es cada vez más exigente, acelerada y globalizada.

La pobreza se ha considerado uno de los princi­pales determinantes psico sociales de las enfermedades cardiovas­culares (ECV) en todo el mun­do. Las desigualdades, depriva­ciones, exclusiones e inequidades provocan estrés crónico desenca­denando, ansiedad, ira, depresión y la adopción de conductas poco saludables como el abuso de al­cohol, drogas y tabaco. Múltiples estudios han correlacionado el ni­vel socioeconómico bajo con una mayor prevalencia de factores de riesgo de ECV, y es agravado por inaccesibilidad a medicamen­tos y por la existencia de barreras a la atención hospitalaria de cali­dad. Estudio reciente publicado en el 2019 en la revista del colegio americano de cardiología (JACC) demuestra la existencia de una “vía neurobiológica asociada al es­trés que vincula las disparidades económicas con las ECV”, debido a la activación de estructuras ce­rebrales que estimulan la médu­la ósea a producir células y citoci­nas pro- inflamatorias, asociadas a daño endotelial, inflamación y a eventos cardiovasculares. El estudio multicéntrico ÏNTERHEART” reali­zado en 52 países identificó el estrés como factor vinculante a enfermedad cardiovascular debido a condiciones estresantes en el trabajo, hogar, fi­nancieras, depresión y falta de auto control. El estrés crónico en el trabajo puede ser determinante en la génesis de la ECV, la “tensión en el trabajo” puede estar determinada por el modelo de “demanda-control”, asocia altas de­mandas psicológicas con “tareas crí­ticas en el tiempo”, bajo control o su­pervisión, habilidades especiales no requeridas y pobre oportunidad de aprendizaje. Otra forma asociada al estrés laboral crónico es el empleo con un “desbalance entre esfuerzo y recompensa”: salario bajo, falta de re­conocimiento y de oportunidades de crecimiento. Por último, el sistema de “organización de justicia” de una em­presa o institución determina niveles de insatisfacción importante en el in­dividuo. Estas condiciones y situacio­nes están asociados a trastornos de comportamiento como ansiedad, ira, depresión, insomnio y hábitos tóxicos como el tabaquismo, alcohol y con­sumo de drogas. Ejecutivos con labo­res de alto estrés - tensión, adecuada supervisión-control y reconocimien­to no generan trastornos metabóli­cos que desencadenen ECV, lo mismo puede aplicarse para empleados de otro nivel.

El “cortisol” es la hormona del estrés, su liberación es un mecanismo de com­pensación del organismo frente a dife­rentes estímulos, y su permanencia, en el tiempo (cronicidad), genera secre­ción de otras sustancias como la adre­nalina que produce aumento de la pre­sión arterial, taquicardia, intolerancia a la glucosa y dislipidemia. Los niveles elevados de adrenalina en sangre por largo tiempo están asociados a mayor frecuencia de eventos cardiovasculares y pueden ser de valor pronóstico. Pue­den inducir a disfunción y daño endo­telial de los órganos y tejidos, por la in­flamación asociada y por su potencial efecto pro - trombótico. Así te­nemos que empleados no calificados y ejecutivos de empresas o instituciones, pueden compartir riesgos similares para el desarrollo de ECV, individuos con alto estrés - tensión de trabajo, baja recompensa y reconocimiento, generan insatisfacciones y estrés cró­nico eventualmente mortal.

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