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FÁBULAS EN ALTA VOZ

El Covid le bajó la altura a los tacones

Jaqui es una cuñada muy querida. Es una mujer elegante, con garbo y altivez, en el buen sentido de la palabra. La conocí enci­ma de unos tacones. Este estilo es tan suyo que parece parte de su cuerpo. Esto sin lu­gar a exagerar. Sé que como ella hay muchas otras mujeres que suben su femineidad a la altura de sus zapatos y pisan con la firmeza de dejar en sus hue­llas la firma de una mujer. Pero hasta eso se ha lle­vado el Covid-19. Literalmente ha bajado al suelo ese toque distintivo que suma atractivo a la apa­riencia.

El closet los consuela Sé que Jaqui ha puesto a descansar sus tacones. Aunque tal vez ignore que ellos también quieren que se acabe el confinamiento para salir al trabajo, a una recepción, o puede que a un paseo. Mientras, el clóset los consuela y les da la calidez a la que es­tán acostumbrados, no así el uso que les permite coquetear con el pavimento, con el piso de mármol de una oficina o la pista de baile de una disco. Sen­cillamente, se han dado cuenta que el Covid les ha quitado su protagonismo haciendo uso de la frase: ‘Todo lo que sube tiene que caer’.

No se dan por vencidos En lo que sus amigos los zapatos bajitos y los te­nis disfrutan de su ‘tiempo de fama’, los tacones han decido viajar a una ciudad fabulosa donde pueden darse el lujo de ‘pisotear’ cualquier virus no importa cuán destructor pueda ser. En aquel lugar el protocolo va más allá de ‘poner candado después que le roban’. Inmediatamente se conoce que hay enemigos al ataque, se toman las medidas de lugar para evitar que un minúsculo ‘invitado’ trastorne hasta la elegancia femenina.

Pisando fuerte Las calles saben de su determinación. En el lugar fabuloso donde se encuentran ahora los tacones, éstos siguen campantes. Han subido sobre ellos el deseo inmenso que tienen mujeres como Jaqui de volver a la normalidad. No han dejado descal­zo la coquetería femenina que muchas muestran desde la altura de sus zapatos, y mucho menos le han bajado los humos a esa plataforma que sostie­ne los más grandes anhelos de esas tantas mujeres que quieren volver a lucir una imagen de punta en blanco sobre unos tacones fabulosos. De regreso a la realidad, y aun lejos de su dueña, los tacones de Jaqui continúan en el armario a la espera de piso­tear a un virus que los mantiene guardando la dis­tancia.

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