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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Hasta los protagonistas mueren

Clara es una amiga muy querida. De esas personas con las que puedes ha­blar de un tema serio y complejo y, en un dos por tres pasar a un “chisme­cito” de patio, por ejemplo. Antes de que el Covid-19 hiciera su entrada triunfal a nues­tro planeta, ella y yo conversamos sobre los cam­bios que estaba teniendo el mundo. A decir verdad, nunca nos imaginamos que podían ser tan drásti­cos. Se rió a cargajadas porque le dije: “Fíjate que ya hasta los protagonistas mueren”. Era un simple detalle que venía observando en programas tan tri­viales como las telenovelas, pero que me estaban dando una idea de las transformaciones que expe­rimentamos.

Un buen “termómetro” Con respecto al comentario, cuando dejó de reírse me dijo: “¡Ay, es verdad Martica, hasta los superhé­roes se están muriendo!”. Compartí la risa con ella, pero pasamos de pronto a analizar el tema. Coinci­dimos en el criterio de que esto nos deja bien claro lo inmortales que somos, que nuestra realidad es­tá ahí y que por más que se quiera espacar a ella, los planes divinos no hay forma de quebrantarlos. Es como un aterrizaje forzoso lo que venimos vien­do en los cambios que están teniendo esos patrones que por años nos hacían creer que solo hay que ser protagonista para no morirse.

El final no siempre es feliz Es precisamente buscando convertirse en ese ser in­mortal que muchos hacen y deshacen para obtener un papel protagónico en la trama de la mejor pelí­cula: la vida. Pero, ¿qué sucede? Que ya no vale con que tú seas el matatán del reparto, hay un episodio en el que mueres aun los televidentes no estén de acuerdo con que el director haya puesto ese desen­lace. Ya los finales no son los que se esperan, sino no los que tienen que ser, algo tan real como que nada ni nadie es para siempre.

Momentos de entenderlo Nuestra nueva realidad nos lleva a todos a convivir en un mismo escenario de riesgo, con las mismas oportunidades de perder o ganar. No importa si eres el bueno de la película o el villano más odiado hay una hora, un día y un motivo para que pases a “me­jor vida”. Así que no te compliques tratando de de­jar un legado llevándote por delante a todos para lograrlo. Recuerda que para dejar huellas no tienes que pisotear a los demás. Solo haz lo que tiene tu li­breto, cada quién debe atender a su papel y tener claro que siendo la estrella o no, siempre tendrás un final porque hasta los protagonistas mueren.

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