La Vida

Madres por la Patria

Mercedes Pellerano: Una madre solidaria que decidió cuidar ángeles

Mercedes Pellerano junto a sus nietas Daniela y Victoria.

Celeste PérezSanto Domingo, RD

A Mercedes Pellerano la vida le sonríe. Es diseñadora y empre­saria. Desde hace 20 años administra su propio negocio dedicado al diseño y confección de uniformes empre­sariales de alta calidad, y ha sido privilegiada con una familia unida y numerosa. “Mi esposo José An­tonio Ramírez y yo convertimos nuestras experiencias de relacio­nes anteriores en una gran fami­lia. Tenemos cuatro hijos maravi­llosos: Cristina, Josefran, David y José Orlando; y seis hermosos nie­tos: Danny, Eva, Simón, Daniela, Gaby y Victoria”, relata.

Pero esta realidad no la hace ajena al dolor de otras madres. Para ella, la maternidad no signi­fica sonreír siempre, también re­quiere muchas noches de insom­nio, implica ser valiente. Ella lo sabe porque ha sido testigo de có­mo una madre ve su vida cambiar tras un diagnóstico.

“Llegué a la Fundación Nido para Ángeles en el 2007, año en que fue fundada por mi amiga Mónika Despradel tras el naci­miento de nuestro ángel, Sebas­tián Rodríguez, con Parálisis Ce­rebral”. Como vicepresidente de la entidad que ofrece servicio te­rapéutico integral a la población que vive con esta condición, Pe­llerano se involucra en todas las actividades pro recaudación de fondos, pero además, ha asumi­do como un sacerdocio trabajar para el desarrollo de los niños, protegerlos y defender su digni­dad.

“Nuestro compromiso es con­tribuir a mejorar su calidad de vi­da a través de programas especia­lizados, y ofrecer orientación a las familias sobre la atención, los cuidados y la garantía de los de­rechos de sus hijos. Admiro esas madres que rompen las barreras de la distancia para llevar a sus hijos a terapia y se convierten en enfermeras, terapistas, maestras y psicólogas. Estar junto a ellas es un privilegio”.

Filosofía de vida Mercedes Pellerano confiesa que ha podido combinar sus respon­sabilidades como madre, esposa, empresaria y parte de la directi­va de la Fundación, porque ha aprendido a priorizar. “Trato de vivir un día a la vez y pido la guía del Señor para tomar decisiones. Creo firmemente que cuando tie­nes el deseo de ayudar a otros siempre encuentras el tiempo, sin embargo, cuando no lo tienes so­lo encuentras excusas”.

“Mi vida ha cambiado en todos los contextos - agrega - trabajar de cerca con los niños y sus familias me ha permitido reflexionar so­bre el verdadero significado de la vida, he conocido la bondad en su máxima expresión porque los ni­ños con alguna discapacidad re­presentan el amor en su estado más puro y transparente”.

De madre a madre De las madres con hijos que pa­decen Parálisis Cerebral he apren­dido que la humildad es un gran valor, que el amor mueve monta­ñas y que la paciencia es una vir­tud... Y sí, es verdad que he llo­rado muchas veces, pero más de emoción que de tristeza. Me emo­ciono cada vez que un niño que no caminaba da sus primeros pa­sos, sostiene su cabeza por sí mis­mo, pronuncia algunas palabras o puede alimentarse, son peque­ñas acciones pero con gran signi­ficado porque demuestran que la perseverancia, el trabajo en equi­po y la buena voluntad, cuando se conjugan tienen el poder de cambiar vidas.