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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

¿Es el aborto un crimen?

Maruchi R. de Elmúdesi.

Maruchi R. de Elmúdesi.

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Maruchi R. de ElmúdesiSanto Domingo

En estos días se ha puesto de nuevo el aborto en la palestra pública. Sólo que ahora se le llama “interrupción del embarazo” en circunstancias especiales. ¡Cómo si el embarazo pudiera interrumpirse sin cometer un crimen! La verdad es, que cada día aprendemos algo “nuevo”. Cuando deseamos cometer un acto malo le ponemos un nombre bonito para que suene mejor. Y así nos sentimos menos culpables.

¿Qué culpa tienen los niños de nuestra irresponsabilidad, o de la irresponsabilidad y maldad de otros? (violación)

¿Qué culpa tienen los niños de nuestra falta de control en el uso de nuestra libertad? (promiscuidad)

¿Qué culpa tienen los niños de nuestra falta de respeto en el uso de nuestra sexualidad? (prostitución)

¿Qué culpa tienen los niños de que no se les quiera, y se les tenga como un estorbo a nuestra satisfacción personal? (hedonismo)

Decididamente que el relativismo de hoy está llevando a los pueblos a vivir sin conciencia y de una manera completamente amoral. Esto no es cosa de religión, es de derechos humanos. El primer derecho es la vida. Y el niño tiene ese derecho.

Vamos a ser claros, vamos a ser transparentes. No queramos tapar el sol con un dedo. Lo que pasa que es más fácil matar a un niño no nato, que educar a las madres y padres frente a su responsabilidad hacía el uso de sus genitales.

En un mundo que hemos convertido en un estercolero de malas costumbres y de promiscuidad y prostitución. Es más fácil “dejar hacer” que actuar, porque nos tildan de moralistas añejados y retrógrados. Y eso parece que no le gusta a nadie.

A Jesús lo tildaron de loco, de blasfemo, y ¿de que más?

¿Dónde están los maestros? ¿Dónde están los profesores? ¿Dónde están los evangelizadores? ¿Dónde están los testigos de Jesús de Nazaret? ¿Dónde están los cristianos en una misma fe? Es hora de ser coherentes.

Recordemos que Jesús nos dijo: “El que acoge a un niño por causa mía, me acoge a mí… Y el que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí sería mejor para él que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo echara al mar.” (Lc 9, 37; 42) Y ¡cuánto más sería al matar a un niño que no ha sido el que se ha colocado en el vientre de su madre! Este es el colmo de una injusticia. Y una violencia callada hacía un ser indefenso que no tiene cómo defenderse. Y ¡tanto que abogamos por el castigo a la violencia intrafamiliar! ¡Qué más violencia que ésta!

Decididamente que estamos imbuidos en la Cultura de la Muerte como lo llamaba S.S. Juan Pablo II. Y casi no nos damos cuenta. Son tan sutiles los argumentos, que la mayoría hasta los acepta. ¡Cada día es más difícil defender la vida!

Y volvemos a preguntarnos, ¿qué culpa tienen los niños de haber sido concebidos en esas circunstancias de irresponsabilidad y egoísmo?

¿Qué culpa tienen esos niños que no hicieron absolutamente nada para encontrarse de repente dentro de las trompas de Falopio o del útero mismo de ese ser insensible al dolor ajeno, o a las consecuencias de su inconsciencia? ¿No es esto un crimen?

¿Para qué estamos educando a la persona humana hoy?

¿Para ser inhumana, o para que se involucre con los seres con los que convive?

¿Dónde quedará la solidaridad tan cacareada por tantos psicólogos y sociólogos?

Si a estos “embriones” se le pusiera cara, quizás fuera más difícil el optar por acabar con ellos. Pero, mientras se les considere una cosa llena de células, no nos pondremos de acuerdo nunca. Y “para Dios, el embrión, el niño y el adulto son una misma cosa.” (S.S. Benedicto XVI)

Nuestra vida hoy está amenazada por miles de peligros, pero pensamos que entre los más graves, se encuentra: la insensibilidad, la apatía, la deshumanización, la lucha solamente por el bienestar de unos pocos a costa de una gran mayoría de seres que no son menos importantes por carecer de lo necesario, “que siguen padeciendo por la dureza del corazón humano”. (Puebla No. 581)

¿Cómo es posible, que haya personas, madres todas o casi todas, que abogan por el asesinato de sus propios hijos? ¿No es esto un crimen?

¡Tantas personas que hay desesperadas por tener un bebé y no pueden lograrlo!

¿Por qué no se buscan mecanismos que sirvan para dar esos mismos niños en adopción como sucede en otros países?

¿Como podremos controlar la violencia en nuestras calles si somos nosotros mismos los que la estamos fomentando?

¡Que trabajo nos da como sociedad educar para el dominio de las pasiones, para lograr una verdadera castidad no sólo de cuerpo sino de espíritu!

Se evitarían tantas injusticias, si educáramos mejor a las personas. Si aprendiéramos a dar la vida por la felicidad del otro. Si educáramos para el amor y no para la guerra. Todos hemos sido llamados a la Santidad. Debemos separarnos de la cultura pagana del mundo. La Ley de Dios está escrita en el propio corazón. Es la ley Natural. “Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio…dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”, nos dice el Libro de los Proverbios, hoy. ¡Que el Señor nos bendiga y ayude, amén!

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