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REFUGIO FILOSÓFICO

En la piel de Camus y Sísifo

Sylvana Marte

Sylvana Marte

Ahora que curso licenciatura en Filosofía, durante la asignatura Teoría del Conocimiento II, el profesor William Chalas nos dejó como tarea reflexionar sobre una pregunta: ¿El suicido es un acto de cobardía o un acto de valentía?

Estaba convencida que el suicidio debería que ser “tipificado” como una acción heroica: “hay que tener mucho coraje para dañarse a una misma”. Luego, cambié de parecer, pues se es muy cobarde para no enfrentar la vida, en especial, cuando algunos de suicidios suceden después a haberse cometido un hecho terrible.

No estaba segura de ambas deducciones, permanecí una semana meditando. Es una interrogante que, evidentemente, tiene muchas respuestas o ninguna, tal como es la filosofía. Habría que estudiar cada caso para, quizás, acercarnos a una conclusión.

Después de debatir y sustentar en el aula cada respuesta, el maestro, nos dejó otra asignación: investigar sobre “el mito de Sísifo” y relacionarla con la pregunta inicial.

El mito de Sísifo es un ensayo del filósofo Albert Camus publicado en 1942, proviene de un personaje perteneciente a la mitología griega, en el mismo Camus habla sobre la cuestión del suicidio y el valor de la vida.

Sísifo fue condenado por los dioses a subir una gran piedra hasta la cima de una montaña por toda la eternidad, es decir, la roca volvía a caer por su propio peso. Un terrible e inútil castigo. Sísifo es un héroe absurdo.

Pensé sobre si todas las personas somos una especie de “Sísifo”, estamos vivos sabiendo que lo único certero que tenemos es la muerte. ¿Si nos vamos a morir, cual es la razón entonces de vivir? ¿Cuál sería el sentido de la vida, si a lo primero a que nos enfrentamos desde la concepción es a la muerte?

Le di la razón al filósofo existencialista Jean Paul Sartre cuando dijo que: “La vida es una pasión inútil”

Para quienes creen y se aferran a una “vida eterna”, este no es un problema existencial, sostener que hay algo después de la muerte les reconforta, ¡y qué bueno! Pero debo reconocer que no estoy en ese grupo, así que me enfrentaba a un “sacudión” en el que debía buscar una solución.

Siempre he sido rápida de respuesta, me pregunté qué hubiera hecho si fuera Sísifo: Quizás cuando llevaba la roca un día llovía, un día hacía sol, así que supongo que, me detendría a contemplar la belleza natural, también del amanecer o el anochecer.

Es posible que hiciera cálculos para ver qué tan rápido podía llegar al objetivo llevando la piedra cada día de forma distinta. Seguro, que le hubiera escrito cartas de amor pensando que era un tipo de amante imaginario. La roca tuviera un nombre, y le hubiera hecho alguno que otros dibujos como ojos, nariz y boca.

Lo cierto es que, si como quiera nos vamos a morir, ¿por qué no disfrutar cada instante que tenemos? Comenzar a despojarnos de esas cosas que no tienen razón de ser. Desapegarnos de las cosas materiales. Ver lo maravilloso en todas las circunstancias. Amar y disfrutar de forma intensa. Hacer lo que nos gusta, aprovechar cada momento que se nos da.

Recordé el libro “El hombre en busca de sentido” escrito por el psiquiatra austriaco Viktor Frank, quien estuvo en un campo de concentración nazi y pudo experimentar el horror. Él decía que “la forma en que la persona acepta su destino y todo el sufrimiento que conlleva, la forma en que toma su cruz, le da una amplia oportunidad, incluso en las circunstancias más difíciles, de agregar un significado más profundo a su vida. Puede seguir siendo valiente, digno y desinteresado. O en la amarga lucha por la auto preservación, puede olvidar su dignidad humana y convertirse en nada más que un animal. Nuestra mayor libertad es la libertad de elegir nuestra actitud”.

Concluí que la vida puede que sea una pasión inútil, pero que vale la pena vivir, es responsabilidad de cada persona buscarle un sentido (no que creo que venga con ella incluido) porque ni soy optimista ni creo en el destino.

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