ANÁLISIS
Esperando en cuarentena
La situación era completamente diferente en abril del año pasado. En el año 2019 amigos y familiares tenían el lujo de poder compartir alrededor de una mesa, riéndose, contando historias y bailando toda la noche. Podíamos disfrutar de conciertos y juegos, viajes y pasadías en la playa.
Esta versión de abril en 2020 está siendo definida por el coronavirus y por la cuarentena que ha surgido junto a la enfermedad que este provoca. Las tensiones domésticas están escalando en todo el mundo. Según artículos del The New York Times, el abuso doméstico entre parejas se está incrementando alrededor del mundo, las líneas directas de suicido están más ocupadas y las condiciones sugieren que habrá un gran aumento de casos de abuso infantil.
Parece que, sin las distracciones y celebraciones del pasado abril, las personas están recurriendo a la violencia a medida que la cuarentena va avanzando.
Nuestra paciencia se va agotando Cada día leo una frase como parte de una meditación: “Ojalá que yo pueda ver lo sagrado en cada momento; ojalá que yo pueda permitir que la vida se despliegue a su propio paso; ojalá que yo pueda enfrentar la irritación con paciencia”.
Nuestro problema no es tanto la relación del uno con el otro, sino con el tiempo mismo. No sabemos cómo esperar. No podemos esperar que alguien termine su oración, o que la cena esté lista, o que un niño trabaje para resolver sus emociones encontradas cuando no puede salir y jugar como siempre lo ha hecho en tiempos normales.
No podemos esperar que nuestro enojo temporal se disminuya; no podemos esperar que pasen los meses antes de que el apogeo de la ola de infecciones se vaya. No podemos esperar que esta pandemia se acabe.
Estamos desaprovechando la oportunidad de disfrutar de nuestros momentos actuales. Momentos que tal vez son sagrados. No podemos ver lo que está en frente de nosotros porque preferimos imaginar escenas alternativas en nuestra mente. Queremos que esta historia se desenvuelva más rápidamente y no queremos ni imaginar otro mes como este; o dos; o tres.
Cuando no podemos dejar que el tiempo pase, que los eventos se desplieguen naturalmente, o que nuestras emociones surjan y bajen sin actuar, nosotros creamos nuevos problemas. Nos interrumpimos uno al otro; intentamos tomar el control sobre algo que no podemos controlar; presionamos los botones de nuestra pareja y…
Si tomamos el camino de la paciencia, este virus terrible podría ser una gran oportunidad para convertirnos en seres más amables, más diestros con nuestras palabras, menos violentos y más pacientes con los demás. A través de la cuarentena podemos descubrir, tal vez por primera vez, cómo aprender a esperar.