Santo Domingo 19°C/21°C clear sky

Suscribete

FILOSOFÍA DE VIDA

Decisiones inteligentes

Avatar del Listín Diario
Olga María RenvilleEspecial para LD

Todos los días nos vemos frente a la necesidad de tomar decisiones, desde que nos levantamos hasta acostarnos.

Decisiones como qué ropa usar, cuál sabor elegir o con qué acompañaremos nuestro café. Estas decisiones pueden tomarnos poco tiempo tomarlas ya que forman parte de lo cotidiano en la vida de todos; sin embargo, estas pequeñas decisiones son las que, en muchas ocasiones, marcan la diferencia.

Indudablemente existen decisiones que requieren un mayor tiempo y otro tipo de análisis antes de tomarlas, ya que representan un cambio, el rumbo de nuestras vidas y, muchas veces, en la vida de quienes nos rodean.

En estos momentos donde el mundo nos exige cambios constantes y estamos a la puerta del cierre de un ciclo, podemos vernos ante la necesidad de tomar algunas decisiones de impacto para el alcance de nuestras metas.

Es importante que realicemos un análisis de consecuencias de la decision a tomar, sin embargo, hay que tener cuidado de no caer en la temida parálisis del análisis, que no es ni más ni menos que no tomar ninguna decisión por exceso de análisis.

Tener miedo a equivocarse o a ser juzgado por los demas, suele ser uno de los principales temores de quienes tienen que tomar una decision. Debemos de asumir este riesgo tomando en consideración que el error forma parte del proceso de éxito. Las personas de éxito se equivocan. Lo que pasa es que esas equivocaciones son grandes lecciones y aprendizaje que se convierten en maestros para el futuro.

Otro aspecto importante es retrasar la toma de decision o procrastinacion. Dejamos para después lo que deberíamos decidir ya. Si esperas el momento cuando todo, absolutamente todo, lo tengas listo, lo tengas claro y no exista ningún tipo de riesgo o incertidumbre, nunca vas a tomar una decisión. Para evitar este error, ponte una fecha límite para la resolución y cúmplela.

Necesitamos establecer qué es prioritario y secundario en la vida y un ejercicio que nos puede ayudar a simplificar un poco es hacer una lista con las cosas más importantes de tu vida; cinco cosas y puntúalas del uno al cinco, según su importancia. Cuando tengas que tomar una decisión pregúntate cómo afecta a estas cinco cosas. Por orden. Si las favorece estarás tomando la decisión adecuada, si no las favorece estarás tomando la decisión incorrecta.

En lugar de pensar entre 50 opciones posibles que puede ocasionarnos grandes confusiones tratemos de reducirlas en la medida de lo posible a 2-3. Cuantas menos opciones tengamos, nuestra mente menos se dispersará y por consiguiente tomaremos mejores decisiones.

Si estas en un momento donde te sientes arrepentido por haber tomado una mala decisión o hacer una eleccion equivocada, debes comprender que la vida es demasiado corta para insistir en cosas que no te aportan nada. A veces tomamos una decisión errónea y esperamos que cambie. Nos obstinamos y pasamos los días lamentándonos por el pasado.

Esto es aplicable tanto a un libro que has empezado a leer y no te gusta, un curso que no es lo que esperabas o una relación de pareja que no te llena y no tiene nada que ver con tus expectativas ni lo que mereces.

En estas circunstancias debemos trabajar en un plan de recuperación interna donde seamos capaces de reestructurar un plan de vida nuevo.

Definitivamente, es difícil tomar buenas decisiones en nuestro agitado y frenético día a día; de un lado a otro, rodeados de gente, ruidos, redes sociales, tecnología. Es muy fácil dejar de tomar decisiones por tener que hacer cosas o ser interrumpidos por alguno de estos estímulos externos. Un rato de silencio es de lo mejor que te puede venir para tomar decisiones.

Un rato en silencio total. Vete a la playa o búscate un lugar donde puedas estar en silencio tú solo y en el que nadie te moleste. Sin wi-fi, sin teléfono, sin reloj, solo papel, lápiz, tu mente y corazón unidos para realizar tus mejores resoluciones junto al plan de acción.

Sobre la autora

Quien escribe este artículo es experta en Filosofía Mental y psicóloga.