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MEDIOAMBIENTE

"Observar e interpretar paisajes", una forma de conocernos y acercarnos al mundo

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EFE / ISABEL MARTÍNEZ PITASanto Domingo

Observar e interpretar son dos fases del conocimiento, según indica Barbadillo, y en lo que concierne al paisaje, observar es prestar atención a todo aquello que nos rodea, al entorno que tenemos e interpretar sería buscar las causas, las respuestas a todas las preguntas que nos genera esa observación.

Es decir, “buscar relaciones entre todo lo que estamos observando y todo eso nos lleva a un conocimiento mucho más profundo, más enriquecedor, de nuestra experiencia del paisaje y del entorno”, indica a Efe.

“De alguna manera quiero comunicar a los lectores que hay toda una serie de pasos en la observación del paisaje que nos puede llevar a un conocimiento muy grande de nuestra personalidad y de nuestro modo de acercarnos al mundo”, explica Barbadillo.

CONOCIMIENTO Y DISFRUTE.

“Esta actividad básicamente tiene dos componentes: el conocimiento y también el disfrute. Porque a veces se tiende a considerar que, para saber, casi hay que sufrir, que hay que dedicarle un esfuerzo que nos quita de otras cosas más placenteras, cuando descubrir el mundo que nos rodea es algo que produce mucha satisfacción y observar e interpretar paisajes es muy interesante porque es unir el mundo”, subraya el naturalista.

Lo normal es que cualquier persona que tenga interés, le atraiga el tema del paisaje de un modo genérico, que sea observador, que no simplemente lo perciba, lo vea, oiga los sonidos o se recree en los colores, pero “a veces simplemente es dejarse llevar por la sensación del paisaje, abstraerse en relación a lo que nos rodea”, señala el autor del Manual.

Javier Barbadillo explica que él empezó a observar los paisajes con los viajes y recomienda, por ejemplo, que cuando se va en un coche (y no se es el conductor) se mire por la ventanilla todo lo que sucede alrededor durante el movimiento del vehículo.

"EL PAISAJE, UNA SUCESIÓN DE IMÁGENES".

“Cuando vamos viajando es cuando lo vemos, cuando nos vamos trasladando. El paisaje es una sucesión de imágenes que se van transformando según la velocidad a la que circulemos con mayor o menor rapidez, pero el concepto del paisaje, como algo estático, como una foto, no es tampoco la realidad”.

“El paisaje -continúa Barbadillo- en realidad es lo que nosotros interiorizamos de nuestro entorno, estemos donde estemos y nos desplacemos como nos desplacemos. No es lo mismo el paisaje visto desde un avión que caminando o yendo en bicicleta”.

Después, “si quieres dar un paso más, trata de buscar los porqués de todo lo que estás observando; aquí es donde entra la interpretación, que es un conocimiento más profundo y tampoco es que sea necesario para disfrutar del paisaje, porque lo importante es intentar percibirlo y relajarse con su visión”, indica el experto.

Según el naturalista, “en el mundo en el que vivimos no existe prácticamente un paisaje enteramente natural. Han sido de algún modo trastocados por la actividad humana para bien o para mal, pero eso no significa que por el hecho de haber sido modificados por el ser humano vayan a empeorar y que todo paisaje natural sea la única excelencia posible”.

Lo negativo que puede aportar ese paisaje, continúa Barbadillo, “puede ser una contaminación que aporte elementos que distorsionan una visión del paisaje, es lo que podría llamarse el feísmo en el campo, como los son, por ejemplo, los restos de somieres para crear una cerca, cuando tradicionalmente son de piedras que aportan además algo al paisaje y a la diversidad”.

Ha habido muchas aportaciones a lo largo de la historia de la Humanidad, tanto positivas como negativas. "Ha habido zonas que eran muy aptas para la vida y han acabado convertidas en desiertos por la actividad humana".

"EL SER HUMANO ES QUIEN MÁS TRANSFORMA EL PAISAJE".

“El ser humano es quien más transforma el paisaje. El caso más extremo fueron las bombas atómicas que dejaron caer en Japón y que supuso una transformación radical y brutal del paisaje, pero también se pueden crear grandes maravillas. Todo depende de cómo nos relacionemos con el entorno natural”, indica el naturalista.

“La contaminación del paisaje es algo que se hace evidente, sobre todo para el observador y, como en todas las cuestiones medioambientales, para evitarlo es fundamental la educación y el conocimiento”, indica Barbadillo.

También asegura que en todos los paisajes hay un componente vegetal que está hablando de las cuestiones ambientales que hay en ese paisaje, y "si a eso le añades un conocimiento de geología, sobre todo de geomofología, además de conocimientos históricos y usos tradicionales, se crea una amalgama de saber que se relaciona y que forman los paisajes”.

“Lo que pasa es que muchas veces nosotros lo vemos pero no lo sabemos decodificar pero está allí. Más que un sistema es una multitud de elementos que se relacionan y que tienen sentido justo en esas relaciones”, concluye Javier Barbadillo.

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