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MUJER Y SALUD

Epilepsia y embarazo

La epilepsia es una enfermedad provocada por un desequilibrio en la actividad eléctrica de las neuronas en alguna parte del cerebro. Hay dos tipos: las crisis tónico-clónicas (o grand mal), donde la persona pierde el conocimiento y se desploma, se pone rígida y convulsiona, y las crisis parciales (o petit mal), donde la persona se torna confundida o aturdida y no responde a estímulos o preguntas.

La epilepsia es el segundo trastorno neurológico más frecuente durante el embarazo, después de la migraña. Aproximadamente una de cada 200 gestantes presenta epilepsia (0.5 %). Durante la gestación, la frecuencia de las convulsiones permanece sin cambios en el 60 % de las pacientes epilépticas, aumenta en el 20 % y disminuye en el 20 %.

Medicamentos

Los antiepilépticos clásicos, como el ácido valproico, carbamazepina, fenitoína, fenobarbital, primidona, etosuximida y clonazepam, así como los más modernos como la lamotrigina, oxcarbazepina, topiramato y el levetiracetam, son capaces de controlar el 70-80 % de casos de epilepsia cuando se utilizan en monoterapia. Casi todos se han asociado a diferentes tipos de malformaciones fetales siendo las más frecuentes la fisura labial y palatina (labio leporino), defectos cardíacos y del sistema nervioso central, entre otras. Por esta razón se debe explicar a la paciente los posibles riesgos de la toma de estos medicamentos, aunque se recomienda utilizar siempre aquel medicamento que desde antes del embarazo había demostrado mayor eficacia en prevenir las crisis, siempre a la menor dosis posible, y tratar de usar solo uno. Se recomienda la toma de 5 mg de ácido fólico al día desde el inicio del embarazo.

Manejo

Durante una crisis convulsiva se nota una disminución transitoria de la frecuencia cardiaca fetal y hay riesgo de traumatismo fetal secundario a una caída, con riesgo de parto prematuro, aunque la mayoría de las embarazadas con epilepsia dan a luz bebés sanos y a término.

Al ser un embarazo de alto riesgo, se necesita un manejo multidisciplinario donde participen el obstetra, el neurólogo, el pediatra y el especialista en medicina materno-fetal, que evalúe la integridad anatómica del bebé, descarte malformaciones y vigile su bienestar hasta el momento del nacimiento.

El diagnóstico de epilepsia no es indicativo de cesárea per se, ya que la paciente puede llevar una labor de parto monitorizada y tener un parto por vía vaginal sin mayores complicaciones, siempre y cuando las condiciones materno-fetales así lo permitan.

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