‘Xuixo de Girona’: Su postre típico
Probar la gastronomía típica de cada lugar que visito es para mí casi un ritual. Al fin y al cabo, la comida tradicional de cualquier país es hoy día firme aliada del turismo. Y en los viajes olvido las indicaciones médicas. Es así como en Girona, España, cuando con mi hijo Alexis almuerzo en la terraza del restaurante El Museu del Vi, especializado en tapas, lo que más llama mi atención es el postre, típico de la región.
Tras almorzar champiñones salteados con ajo y perejil (4.70 euros, con IVA incluido), cordero a la plancha con patatas fritas (papas para los dominicanos) y verduras salteadas (10.70 euros), mi paladar está presto a probar algo que desconozco: el postre ‘Xuixo de Girona’ (3.90 euros). Según el mozo, ‘lo inventaron aquí, en esta calle, hace como cien años’, un pastelero francés, refugiado en Girona cuando la Primera Guera Mundial; trabajaba en una pastelería en la casa número 15 de la calle Cort Reial. (El Museu del Vi está en la número 4). Allí creó este postre, un tipo de pastel parecido al francés ‘chou a la creme’. Está hecho de harina, huevos, sal, mantequilla, leche y levadura rellena de crema pastelera y frita en aceite de oliva y azúcar. Los datos ‘oficiales’ no señalan creador alguno, salvo fijar la fecha en que nació: 1920. Cien años ha...
Zona de colinas Antes de la comida habíamos recorrido un cierto trecho por la ciudad, en una zona de colinas donde los guijarros del pavimento dificultaban mi andadura especialmente en el entorno de la Iglesia de Sant Liuc, levantada entre 1724 y 1729. En esa misma vía, pero hacia un extremo divisamos un jardín. Luego me enteré que en esa cercanía están los baños árabes. Por un tris estuve de dirigirme hacia ellos, mas preferí continuar la caminata junto a la Basílica Parroquial Sant Feliu. Y frente a ella, en un pilote grueso bajo unos tenues rayos de sol y una plácida brisa me senté a descansar. Es apenas un alto en el camino.
A poco de empezar a bajar la cuesta vimos a la izquierda un pequeño espacio con vegetación, piedras y bancos. En él una joven solitaria almuerza. Junto al Museo de Historia, una fuente en un nicho ofrece oportuna su agua potable. Deambulamos rodeando la Pujada de San Feliu hasta llegar a la Pujada de Sant DomËnec, con sus cafés al exterior. Su impresionante escalinata y el arco que enlaza dos viviendas conforman uno de los más hermosos ambientes de Girona.